martes, 6 de mayo de 2014

AYUDAR O INFORMAR


NELSON FREDY PADILLA  / ANÍBAL CORTI / CÍRCULO DE PERIODISTAS DE BOGOTÁ / JULIO ALONSO / MANUEL LÓPEZ / ANAS AREMEYAW ANAS / AGUSTIN COURTOISIE





Fotografía de Kevin Carter, Premio Pulitzer 1994


A 20 años de la famosa foto de Carter, parecen haber surgido algunas rectificaciones. La niña resultó ser un niño, el niño sobrevivió aunque murió años más tarde y no estaba agonizando en el momento de la foto sino haciendo sus necesidades. Es probable que si se profundiza la investigación se encuentren más vueltas de tuerca. Remontemos a un plano más general. El periodismo en zonas de conflicto plantea con gran fuerza ciertos dilemas. Pero, en realidad, esos dilemas los enfrenta también todo tipo de periodismo: ¿Ayudar o informar? ¿Informar sin pensar en las consecuencias? Aquí comparto algunos textos esclarecedores. Si tuviera que seleccionar apenas dos, me quedo con el de Julio Alonso y el de Aníbal Corti.

Nelson Fredy Padilla “Ser corresponsal de guerra” 5/05/2012 http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-343872-ser-corresponsal-de-guerra

Aníbal Corti: “John Stuart Mill y la tiranía de las mayorías; o ¿quién le teme a la regulación de contenidos en los medios de comunicación?”. 1/06/2012.
http://razonesypersonas.blogspot.com/2012/06/john-stuart-mill-y-la-tirania-de-las.html


Círculo de Periodistas de Bogotá: “Normas éticas y prácticas para cubrir una guerra”. 17/07/2012. http://circulodeperiodistasdebogota.com/normas-eticas-y-practicas-para-cubrir-una-guerra/


Anas Aremeyaw Anas: “How I named, shamed and jailed”. Febrero de 2013. http://www.ted.com/talks/anas_aremeyaw_anas_how_i_named_shamed_and_jailed

Julio Alonso, corresponsal de guerra: “Saber que te pueden matar te hace contar muy bien cuál es el papel de las víctimas”. 3/05/2013.

Manuel López:  “Kong Nyong, el niño que sobrevivió al buitre”. 18/08/2013
http://periodistas-es.com/kong-nyong-el-nino-que-sobrevivio-al-buitre-15322


PARA ESPANTAR BUITRES
Agustín Courtoisie

Dejo sobre esta pizarra algunos puntos para pensar después, con la gente. Los describo apenas, los enumero, con la esperanza de que aún así serán útiles para analizar mejor el dilema del niño y el buitre, o situaciones emparentadas. Estos son temas donde es fuerte la tentación de sentenciar, en vez de argumentar con fundamento. Elimino en esta versión las referencias bibliográficas y los nombres de autores dentro de lo posible, dada mi confianza en la taquigrafía reflexiva.

Argumentos para no ayudar:

a) Temor por la propia seguridad o incluso la propia vida (esto opera como un fondo emocional y no suele ser reconocido en forma expresa).

b) Especificidad de la tarea, profesionalidad, preparación técnica: “Soy un periodista, no un enfermero, ni un negociador experto en crisis”. A veces este argumento reviste la forma de la “obediencia debida”: el medio para el que trabajo me envió allí para informar y no ayudar.

c) Las personas que parecen estar sufriendo podrían ser trampas para asaltarme, capturarme, matarme. Variante más sofisticada del argumento (a).

d) No tiene sentido pensar en ese tema antes de que se produzca la situación. Nadie sabe qué hará realmente cuando se enfrente de hecho ante circunstancias conflictivas.

e) Cada uno tiene su ética o sus propias ideas de si debe ocuparse de los demás o no.


Argumentos y precauciones para ayudar:

a) No es posible argumentar ante un psicópata que aduzca el último punto del tramo anterior. Ni ante personas inmaduras en lo afectivo, o paralizadas por el temor. Todo este punteo en la pizarra, toda esta taquigrafía filosófica, pretende refinar la moral de la cual ya es portador el lector (Carlos Vaz Ferreira, en las “Consideraciones previas” de Moral para intelectuales, 1909). Pero no pretende generar moral con meras palabras ante quien se escude en un relativismo dogmático, sea éste producto de una verdadera indiferencia o de un disfraz para el temor. Algo importante: estas cuestiones no solamente son de pensar sino de sentir, pese a que la ética emotivista no cuenta muchas adhesiones hoy, especialmente en la academia (con excepciones como las de Francis Fukuyama, Franz de Waal, Jonathan Haidt y algunos otros).

b) Aunque nadie pueda garantizar qué va a hacer en situaciones semejantes, parece aconsejable tener un plan pensado de antemano, e intentar cumplirlo (de modo similar al diseño de protocolos para las emergencias médicas).

c) Existe una relación entre la tendencia a ayudar a una persona en dificultades y la escala y calidad del espacio físico y social (urbano/ rural, con todas sus gradaciones) donde el episodio ocurre. Es decir, existe evidencia empírica que el comportamiento no depende de las supuestas características de “cada persona”, sino de dónde esté esa misma persona (Philip Zimbardo). En pueblitos hay tendencia a ayudar más que en las grandes ciudades (James Vander Zanden, Elliot Aronson). Una variante más sofisticada de lo mismo es evaluar la calidad de las reglas del espacio institucional, ya se trate de organizaciones o naciones enteras (Acemoglu y Robinson).

d) Debemos confiar en el “tercer lado” (William Ury). Si se trata de una pelea entre dos o más individuos, los contendores ceden ante un grupo más grande que busque disuadirlos, o ante personas cuya autoridad se reconoce por algún motivo. Claro que una comunidad o una sociedad determinada puede poseer o no el hábito de esperar el tercer lado.

e) Muchos relatos de gestos nobles o heroicos, tanto como de casos de extrema crueldad, son leyendas urbanas, habladurías, rumores, las más de las veces exageraciones cuando no burdas mentiras (Levitt y Dubner, “Historias increíbles de apatía y altruismo”, cap. 3 de  Superfreakonomics, 2010). El artículo de Manuel López recomendado líneas arriba parece revelar que la niña resultó ser un niño, que además sobrevivió aunque murió años más tarde, y que no estaba agonizando sino haciendo sus necesidades. Es probable que si se profundiza la investigación se encuentran más vueltas de tuerca. Suele enfatizarse y “dar color” a todo aquello que parece salirse del promedio gris, psicológicamente es comprensible y humano. Pero los medios masivos tienden a mostrar de modo intimidatorio, desproporcionado o descontextualizado, ciertos actos de crueldad, o de presunta crueldad, bajo la apariencia de  un gran número de casos. Por el contrario, el heroísmo tiende a presentarse como minoritario, excepcional, no propio de personas comunes, y a veces se lo muestra para realzar el contraste con las presuntas maldades de la mayoría de las personas en tiempos en que, supuestamente, “hemos perdido los valores” . Es obvio que la generosidad natural de la mayoría de las personas no es tan entretenida como el egoísmo, la violencia, los desbordes en las canchas o en las calles.

f) Para ayudar de modo responsable, e incluso para decidir si es pertinente hacerlo, es preciso respetar la proporcionalidad de la intervención con el problema.

g) A veces se puede ayudar no echando más leña al fuego. Por ejemplo, esperando a la policía, o incluso, si hay vías evidentes más pacíficas de resolución del conflicto,  no llamando a la policía, o a los responsables institucionales del eventual uso de la fuerza. En otros casos, no hay que intervenir de modo personal sino acudiendo a quienes pueden hacerlo con mayor legitimidad para las partes, o para una de ellas.

h) La lectura o interpretación de una situación como conflictiva, de cara a decidir intervenir o abstenerse de hacerlo, requiere como requisito previo tener la certeza de que se trata de aquello que creemos que se trata. La psicología social enseña que la “definición de una situación”  es el significado que las personas otorgan a ciertas circunstancias inmediatas. Y existe el peligro de  urdir sin querer una “profecía” que tiende a cumplirse en forma perversa. Si la definición de una situación es errónea, pueden convertirse en verdaderas algunas de sus consecuencias. Alguien va a morir o ser lastimado realmente si respondemos con violencia ante una percepción errónea. Ha ocurrido en Uruguay varias veces. Por ejemplo, un abuelo mató a su nieto creyendo que era un ladrón que trepaba por el muro de la casa. Un padre mató a su hija al interpretar su silueta como la de un copador. Un joven empleado tomó a golpes de puño y patadas a un marginal, vulnerable por su condición psicofísica, acusado de haber intentado forzar la ventanilla de un auto, sin tener la certeza de que ello así fuera.

Comparto estas reflexiones a la espera de seguir pensando con otros en filosofismas, es decir, al filo del sofisma, asumiendo de antemano la precariedad, la provisoriedad y el posible error en aquellas, o en algunas.