miércoles, 28 de junio de 2017

SEPARATA LIBROS & VÍDEOS



JACQUES SADOUL: CARTAS DESDE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE /  THE WIRE: ENTREVISTA CON DAVID SIMON / THE BEATLES: LOS 50 AÑOS DE SGT. PEPPER'S LONELY HEARTS CLUB BAND / ROBERTO BLATT: INTOLERANCIA COMO AUTOMUTILACIÓN



CARTAS DESDE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE. Es la primera vez que se publican en español estas cartas del capitán Jacques Sadoul (1881-1956) que no debe ser confundido con el escritor de ciencia-ficción del mismo nombre. 

Nada de ficción. Por el contrario, estas cartas son tajadas frescas de la realidad de un pueblo que deseaba la paz, en plena Primera Guerra Mundial. Con la traducción a cargo de Inés Bértolo, Cartas desde la  Revolución bolchevique (Turner Noema, México, 2016) nos ofrece una estupenda manera de tomarse en serio el aniversario de  la Revolución de Octubre, que debe ser analizada con rigor antes que  recordada con nostalgia o condenada con horror.

Además del grueso de sus misivas dirigidas a Albert Thomas, el volumen incluye la presentación que en su momento hizo Henri Barbusse de la edición original, tanto como las dos cartas de Sadoul a Romain Rolland. Es oportuno el muy jugado prólogo de Constantino Bértolo, para esta correspondencia “entre oficiosa y personal” que el político y diplomático francés en misión en Petrogrado  escribió a partir de su conocimiento de primera mano en el terreno, donde conoció a figuras como Lenin y Trostky.  

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THE WIRE. TODA LA VERDAD. Como aficionado a las series de temas sociales y políticos, no tengo ninguna duda cuando me preguntan cuáles señalaría como mis tres favoritas hasta el momento de escribir estas líneas: Black Mirror, El puntero y The Wire. El orden no refleja mis prioridades, apenas es vagamente alfabético. ¿Si vi House of Cards? Sí, claro, en más de una versión. Me gusta. ¿Qué hay muchas otras series sobre estos temas? Obvio. Pero cualquiera de aquellas tres me gusta mucho más. 

En esta oportunidad el escritor, periodista, productor y guionista Rafael Alvarez (Baltimore, 1958) nos ofrece en The Wire. Toda la verdad (Principal de los Libros, HBO, Barcelona, 2013) una especie de enciclopedia definitiva sobre The Wire (emitida entre 2002 y 2008) para los que estaríamos dispuestos a ver de nuevo las cinco gloriosas temporadas: una introducción de David Simon, padre de la criatura; montones de fotografías inéditas (algunas en pliegos de colores y la mayoría en digno blanco y negro); y contribuciones de George Pelecanos, Laura Lippman, Dennis Lehane, Nick Hornby, Anthony Walton y William Zorzi, entre otros.

Bastaría ver la entrevista con David Simon (2009) donde se intercalan escenas memorables de todas las temporadas, para comprobar que estamos hablando de una ficción imprescindible para reconstruir la realidad social en un todo verosímil y adulto, a prueba de muchas mentiras mediáticas sobre la seguridad ciudadana y las raíces del "problema" de la drogas ilegales.

Yo atesoro también The Wire. 10 dosis de la mejor serie de televisión (publicado por errata naturae, Madrid, 2010), con introducción de David Simon y textos de Rodrigo Fresán, Jorge Carrión, Margaret Talbot, Iván de los Ríos y George Pelecanos, además de otros colaboradores. 

Pero este adorable ladrillo The Wire. Toda la verdad en su primera edición en español (Barcelona, 2013) me parece un material de consulta inexorable. En especial para quienes deseen sacar mayor provecho aún de una serie que vale por cientos de papers de ciencias sociales. No sé cómo no lo conseguí antes.




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LA BANDA DEL SARGENTO TOCARÁ PARA SIEMPRE. He aquí unos links sugeridos por nuestro colaborador Pablo Valle. Me los envió con estas palabras: "A 50 años del lanzamiento de un disco bisagra en la historia de la música contemporánea, celebremos una vez más a The Beatles, la banda más importante de todos los tiempos, recordando lo que se guarda detrás de la creación de esta obra maestra: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band".






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LA INTOLERANCIA ES AUTOMUTILACIÓN.  La siguiente entrevista mantenida con el autor de Biblia, Corán, Tanaj, fue publicada con el título “Con Roberto Blatt. La intolerancia es automutilación”, en la revista Relaciones Nro. 397, junio de 2017, Montevideo, páginas 2 a 5.

Cálido, ocurrente, culto, abierto a seguir la discusión sobre cualquier tema. Contesta siempre como un torrente, pero no como un iluminado sino con un entusiasmo incansable, con una energía limpia, mucho más joven que él. Se trata de Roberto Blatt, el autor de Biblia, Corán, Tanaj. Tres lecturas sobre un mismo Dios (2016, editorial Turner Noema).

La obra es una documentada revisión de las tres grandes tradiciones religiosas -judía, cristiana e islámica-, escrita con el talante de pesquisar afinidades y celebrar las diferencias. La historia es fascinante cuando permite entender el presente y la ágil pluma de Blatt lo asegura sin desmayos. El presente texto selecciona ciertos tramos de una larga entrevista mantenida con el autor durante su última visita al Uruguay. Recordemos que Blatt nació en Montevideo pero emigró a Israel a fines de los sesenta y luego estudió en Alemania. Dirigió Multicanal y fue responsable del Canal Odisea y del Canal Historia. Hoy reside en Madrid. Es ensayista y traductor.

Para dar un adecuado contexto, digamos que ya los títulos de algunos capítulos podrían causar polémica: “El buen gobierno cristiano: utopía”; “El buen gobierno islámico: sectarismo y herejía”: “El buen gobierno judío: esperando al Mesías”. Pero Blatt asegura que “la intención es señalar cómo esos caminos se fueron entrecruzando, coincidiendo y chocando hasta nuestros días y cómo sus alternativas siguen constituyendo el leitmotiv narrativo de una contemporaneidad globalizada”. Biblia, Corán, Tanaj proyecta un intenso foco sobre asuntos muy actuales pero se remonta muy lejos en la historia.

Por eso puede ocurrir que ingrese a la categoría de “clásico”: un libro que todos quisieran tener leído pero que cuesta empezar a leer. Si el lector se siente afín con esa advertencia , es recomendable que lea primero el capítulo VIII, “Crisis” y de ahí hasta culminar el “Epílogo”. Recién luego podrá retomar la lectura a partir de las primeras páginas.

Para estimular este comienzo irregular pero atractivo, basta pensar que es en las últimas páginas donde pueden encontrarse sorpresas como ésta: “A pesar de los horribles ocasionales atentados contra Occidente, es difícil hablar de guerra de civilizaciones cuando en paralelo hay que contabilizar cientos de miles de muertos en luchas internas en Siria, Irak, Yemen, libia, Bahrein, Somalia y Egipto, y cuando más del ochenta por ciento de las víctimas del terrorismo islamista son musulmanes de algunos de esos países así como de Pakistán, Afganistán y, recientemente, Nigeria”.

Y he aquí otra: “Sea panarabista como Al Qaeda, o nacionalista como Hamás, el islamismo político es particularmente sensible a lo que se percibe como la humillación del mundo musulmán, pero no a sus injusticias (…) el concepto de lucha de clases no ha penetrado jamás en la sociedad musulmana (…) La radicalización de las elites árabes, como Osama Bin Laden y Mohamed Atta, comparte el componente central de la humillación (…) El caso de Bin Laden es iluminador: su padre, de origen yemenita, se hizo millonario construyendo los palacios de la familia real saudí, palacios que su familia nunca iba a habitar”. Los dejo con Roberto Blatt.

SENTIDO DEL MISTERIO

AC: Llama la atención la importancia que le otorgas en tu libro a los conceptos de “reconocimiento”, “humillación”, “orgullo”, “honor”. Son conceptos en los cuales han insistido muy diferentes filósofos antiguos, modernos y actuales, desde Platón y Hegel hasta Axel Honneth, Richard Sennet y Francis Fukuyama.

RB: Eso forma parte de mi itinerario personal y de las experiencias que he tenido. A lo largo de mi vida, por ejemplo, he tenido que buscar entender mi origen judío. Más allá de la historia de conflictos y persecuciones, los judíos participaron de la eclosión civilizatoria de Occidente hasta lo que se convirtió en la civilización judeo-cristiana. En cambio los judíos que permanecieron en el mundo musulmán, mucho mejor tratados, sufrieron la decadencia del entorno. Por lo tanto hay aquí una serie de paradojas.

La historia de los judíos no fue simplemente una historia de horrores, que los hubo y yo los documento -y trato de no maquillar nada-. Entre persecución y persecución, hubo un florecimiento extraordinario. Una de las razones de que la población judía mundial se haya mantenido en unos 15 millones –en vez de disminuir o crecer– es que ha ganado y ha perdido gente continuamente.

Un escritor que conozco se hizo judío diciendo: “quiero pertenecer a ese club”. Ese “club”, el motor de la diáspora, fue el impulso de personas que valoraban el conocimiento y la investigación. Y no es que eso se deba a una ventaja genética. Desde ese punto de vista los judíos son de una impureza extraordinaria. Entonces no sorprende a nadie que ese espacio donde se valora la osadía intelectual haya un porcentaje alto de gente que lo realice. Esto es un proceso que se fue dando a lo largo de siglos y siglos. Con un movimiento pendular de menor libertad o mayor libertad.

AC: Quiero volver a tu libro, donde veo una suerte de inteligencia emocional poco habitual, en la idea de que no solamente los judíos han sido sometidos y humillados, sino los musulmanes también.

RB: Además da igual si alguien ha sido objetivamente humillado o no. Lo que importa es la percepción que se tiene. A mí me han argumentado que en Europa sufren más los
subsaharianos que los marroquíes o los argelinos. Objetivamente es cierto. Pero no es lo determinante ahí. Importan las percepciones.

AC: Entre los terroristas más conocidos había gente con títulos profesionales, por ejemplo entre los que actuaron en los atentados del 11 de setiembre.

RB: No tenían ningún problema de dinero, o de realizaciones personales. Sin embargo la percepción que tenían era diferente. Incluso Mohamed Atta, pertenecía a una élite en Egipto, su país de origen y en Alemania donde fue a vivir. En Hamburgo comenzó su proceso de radicalización. Él percibía una humillación civilizatoria. No es que todos en el mundo musulmán estén propicios a radicalizarse como Atta, pero sí es generalizada la percepción de que el mundo islámico no es bien tratado. Hay encuestas y estudios al respecto que lo demuestran. Creo que hay un 85% de musulmanes ingleses en el Reino Unido que se consideran antes musulmanes que ingleses. Y necesitan que se los respete.

AC: En la entrevista del programa En Perspectiva de Radio Oriental, te preguntaron si creías en Dios y tú dijiste que ibas a responder con “un truco”.

RB: Eso lo aprendí del maestro Wittgenstein.

AC: De lo que no se puede hablar mejor es callarse.

RB: Eso es el Tractatus pero me interesa más el Wittgenstein tardío. Recuerdo una anécdota que espero no haber inventado, cuando a Wittgenstein le preguntan dos veces si cree en Dios. Una vez responde “Sí” y otra responde “No”. Su interlocutor queda mareado. Es que, en realidad, ¿de qué estamos hablando? ¿Qué quiere decir si creo, o no creo en Dios? Siempre he hecho una distinción entre “fe” y “creencia”. De hecho el judaísmo hace esa distinción. Creencia requiere siempre tener algún tipo de evidencia. Eso no es solamente algo de la ciencia.

La creencia tiene que estar basada en la evidencia. Es parte de una tradición milenaria. Si tienes una posición, si tienes una opinión, esa opinión tiene que estar respaldada por lo menos por testimonios a favor. Pero cuando Jesús dice que sabe algo porque estuvo con su Padre, es una nueva fuente de autoridad. Eso es una novedad extraordinaria. Es algo que no se dio antes ni volvió a darse nunca más. Con la única excepción de Alejandro, que se inventa una religión donde él es el Hijo de Dios. Él no es el elegido de una religión que ya existe, sino que él es el fundador de una religión. Es un “supertruco”. De hecho hay todo un misterio sobre su nacimiento.

Lo que quiero decir es que hay una distinción entre “fe” y “creencia”. En cada época hay un criterio para definir qué es una evidencia. La fe es todo lo contrario. Es creer algo sobre lo cual no necesitas ninguna evidencia. Es más, la evidencia debilita la fe. Esto es una novedad extraordinaria. Por lo tanto, la misma pregunta ¿”crees en Dios?”, se hace en base a… ¿cuál de los dos sentidos de la palabra “creer”? ¿En el sentido del lenguaje común en todas las formas de pensamiento, en todas las tradiciones? ¿O en el sentido de esa novedad extraordinaria, de que estás tocado por la gracia y no se requiere ninguna evidencia? Pero nos hemos educado todos, de alguna manera, en tomar como sinónimos” fe” y “creencia”. Y no lo son para nada. Son contrarios.

AC: Al final de una conferencia del historiador Barrán, alguien del público le preguntó qué cambios registraba el mundo actual respecto de períodos anteriores. Barrán respondió –cito de memoria- que al mundo actual le falta “el sentido del misterio”. En tu libro haces comentarios similares cuando comentas que hay un empobrecimiento de reducir todo a causalidades mecánicas, materiales, como hacen algunos cientificistas.

RB: Es que ellos mismos no lo creen. Me refiero a autores como Dawkins, Harris, Hitchens. Tengo un amigo que es un cientificista con un rechazo violento del sentimiento religioso. Hemos tenido con él debates en España. Yo le he dicho que no tengo ninguna duda de que la ciencia es la mejor manera de explicar muchas cosas. Pero puede convertirse en una religión también, porque está basada en muchos postulados no demostrados… La regla básica de la ciencia de que todo tiene que estar basado en la observación, esa misma frase, es indemostrable.

Todas las maneras de presentar a la ciencia como una forma superior de conocimiento respecto de las demás, son indemostrables. Claro que nadie discute todo lo que la ciencia ha conseguido. Pero un Newton era muy religioso. Como mínimo tienes que quedar asombrado de todo aquello que te desborda. En el siglo XIX, parecía estar a punto de demostrarse la naturaleza mecánica, y por lo tanto perfectamente definible de la realidad, en términos de causa a efecto. Y de pronto en el siglo XX viene el principio de incertidumbre de Heinsenberg, que sugiere que no es que falten elementos para que en un futuro podamos probar las teorías científicas, sino que estamos condenados a no conocer completamente.

Pero la incertidumbre no niega a la ciencia sino que la hace mucho más rica. Pensemos en el pasaje de lo inerte a lo vivo. O en el pobre Einstein que se pasó el resto de su vida tratando de demostrar que “Dios no juega a los dados” pero se frustró. Existe una realidad numinal que no puede ser objeto de la ciencia. El objeto de la ciencia es el estudio de las cosas. Richard Feynman en ese sentido es todavía mejor que Albert Einstein. ¿Por qué las cosas son así? ¿Por qué tenemos cinco constantes numéricas? ¿Por qué existen estas leyes de la física y no otras? Yo voy mucho más lejos: ¿por qué hay algo? ¿Qué razón puede haber para que haya algo en lugar de nada?

RIGOR EN LOS TÉRMINOS

En este punto conversamos sobre las dos obras de Yuval Noah Harari, Homo sapiens y Homo Deus. Blatt se extiende con sutileza en varias consideraciones críticas. En contra de lo que sostiene Harari, respecto de las drogas de “la felicidad”, según Blatt los estudios sobre los psicofármacos administrados para combatir la depresión han fracasado, generando adicciones pese a ciertos éxitos temporarios. La idea de Harari de “vencer la inmortalidad” le resulta especialmente desatinada: sería insostenible social y económicamente aumentar la duración de la vida.

En todo caso, “depresión” e “inmortalidad” son conceptos a los que habría que aplicar las preguntas que Wittgenstein destinaba a la palabra “Dios”. Y da a entender que al usar esos términos en forma vaga no se puede construir pensamiento riguroso. Por otra parte, la idea de qué hacer con un inmenso ejército de desocupados, o el impacto de la tecnología en el mundo productivo laboral, no son problemas nuevos, ya los había planteado Marx. Pero es más que dudoso que la solución sea prescindir de esas masas de desocupados.

Hasta los años 90 las socialdemocracias habían procurado conciliar la libertad y los derechos de las mayorías. Esos no son problemas del futuro. Son problemas actuales. Para Blatt, Harari toma todo en sentido literal y simplificado. En particular, Jorge Luis Borges entendió mejor que Harari el problema de la inmortalidad. Luego la conversación deriva a las experiencias de Blatt en Israel.

A ESCONDER LAS BANDERITAS

RB: Con René Dreyfus, contribuimos al movimiento por la paz en Israel. Fuimos dos uruguayos que co-fundamos un partido que reconoció los derechos de los palestinos. Claro que es tan legítimo el proyecto nacional judío como cualquier otro proyecto nacional –aunque yo no esté muy de acuerdo con los proyectos nacionales-. Lo que ocurre es que ciertas conductas contribuyeron a la creación del Movimiento Nacional Palestino.

AC: Eso los explicas bien en el libro. Es una escalada: el radicalismo de unos retroalimenta el radicalismo de otros.

RB: Pero también es cierto que lo mejor de uno lleva a lo mejor del otro. Cuando Fatah define su proyecto como democrático y laico, eso es inconcebible en el mundo árabe, y sobre todo en aquellos años. Pero ¿de dónde viene ese proyecto? Lo aprendió de los locos de al lado. Periódicamente me invitan a dictar conferencias en España. Una conferencia se llamó “La invención de Israel y Palestina en el mapa imaginario de Medio Oriente”. Cuando me invitan de la Autónoma encuentro la sala llena. Allí hablo de la retroalimentación de los radicalismos y hago la historia de todo esto.

Esto fue antes de que saliera mi libro. Yo era un ensayista completamente oscuro. Dos terceras partes venían con sus banderas palestinas y un tercio con símbolos de Israel. Unos y otros estaban listos para hacer saltar el evento. Y a agarrarse a tortas entre ellos. Empecé a contar a mi manera esto y vi como todos empezaban a esconder las banderitas, y se quedaban callados. Al final me tuvieron dos horas haciéndome preguntas y discutiéndolo civilizadamente, pro-israelíes y pro-palestinos.

IMAGEN Y PALABRAS

Ahora Blatt reflexiona sobre su interés en la historia, de cara al presente. Dice no ser un coleccionista de antiguallas. Respeta mucho a quienes realizan minería histórica pero él no es un minero. Le interesa el presente. Escribir Biblia, Corán, Tanaj fue un intento de poner orden en su ánimo intelectual. “No hay manera de negociar la paz en pleno fragor de la batalla” –agrega. Lo que hizo fue tomar una distancia para tomar aire y poder pensar, es decir, algo “que me permita el reconocimiento de lo humano en el otro”.

El otro es alguien para considerar, no para matar. Pero en el conflicto lo que uno quiere es matar para no morir, la urgencia es ésa. Entonces se trata de salir de ese espacio. Por fin encontró que encajaban los dos proyectos: poner en orden la historia personal y tomar una distancia serena para ponderar mejor los demás hechos.

“Por eso durante 20 años estuve haciendo este libro. El libro me obligó a enterarme de cosas. Y lo que fui descubriendo no fue solamente los errores de los demás sino toda la ignorancia mía. Yo he llegado a la convicción absoluta de que lo que impide una conversación más abierta y más productiva entre las tres grandes corrientes bíblicas, no es porque los judíos ignoramos lo que creen los cristianos, o los cristianos ignoran de los musulmanes y los judíos, o lo que los musulmanes ignoran de judíos y cristianos, aun siendo importante, sino lo que cada uno ignora de sus propias tradiciones”.

Si cada uno conociera mejor sus propias tradiciones aprendería las afinidades, los cruces que ellas poseen respecto de las demás. “Yo empecé siendo un judío absolutamente ignorante del judaísmo. Yo sabía de cualquier cosa más que de judaísmo , igual que mis padres”. Los padres de Roberto Blatt decidieron aportar algún conocimiento sobre sus propias tradiciones mostrándole fotos del campo de concentración de Auschwitz, pero sin explicar nada. Ahí se dio cuenta hasta qué punto era mentira que una imagen es mejor que mil palabras. “Una imagen no vale nada sin palabras”.

Luego cuenta anécdotas de su infancia, la sinagoga del montevideano barrio Goes que visitaba con su familia en Yom Kipur, los temores de su padre por los problemas que le podría traer a Roberto su condición de judío, y como contrapartida su voluntad de no dejarse humillar en general por ningún motivo en la escuela.

PRECIO DE LA INTOLERANCIA

AC: Has sostenido que no hay que acusar de fundamentalismo solamente a las religiones porque algunos movimientos laicos, como el comunismo o el nazismo, también han cometido cosas terribles.

RB: Si laicismo fuera solamente la libertad de cultos, o que el Estado se desvincule de la vida religiosa porque es un asunto privado, estoy de acuerdo. Pero históricamente no ha sido así. El laicismo ha sido estar en contra de algo, adoptando al mismo tiempo elementos de ese algo. Dios le resulta superfluo pero adopta la estructura de una religión.

AC: Comparto la crítica que haces en tu libro contra Huntington: “¿Cuáles serían los frentes de la presunta guerra de civilizaciones de Huntington en un mundo que asiste a alianzas contranatura como la de Estados Unidos y Arabia Saudí, o la de Rusia, China e Irán?”. Por otra parte, Fukuyama negó que hubiera “choque de civilizaciones” y planteó que en cada sociedad actual hay una puja interna entre una cosmovisión pre-moderna, religiosa, patriarcal, y una visión moderna de la ciencia y el progreso.

RB: Esa es la clave. Eso es lo que demuestra que sí hay un problema con el islam. No ha hecho lo que han hecho judíos y cristianos para que se instale la Ilustración. El problema no es con el islam sino en el islam (…) Todo lo que está pasando en Europa, la rebelión de los resentidos, puede terminar en un corrimiento hacia el fundamentalismo en Occidente, independientemente del terrorismo islamista.

Los que votaron a Trump en EE.UU no fue por algo que tenga que ver con el islamismo sino con la percepción en Occidente de ser perdedores. De nuevo estamos en el problema de la humillación. Hay un corrimiento hacia la política del resentimiento en Occidente , que es peligrosísima, y puede llevar a un masivo fundamentalismo, religioso o laico.

AC: Volvamos a los orígenes. ¿Cómo fue tu experiencia en Israel?

RB: Yo me fui a Israel con la idea de que el sionismo era un movimiento de liberación nacional del pueblo judío. Era 1969 e Israel no estaba situado políticamente donde está hoy en día. Hasta 1967 se idealizó a Israel para luego demonizarlo. En Israel encontré anomalías, territorios ocupados, etcétera. Al mismo tiempo yo trataba de situarme ante el judaísmo. El sionismo no terminaba de convencerme pero dentro de la mentalidad de que el sionismo era un movimiento de liberación nacional todo tendía a normalizarse, había un Estado, un territorio, había clases bajas y altas, etcétera. Estudié antropología, filosofía y me metí en temas sociales.

Entonces advertí la tensión que había entre los judíos orientales y el resto de la sociedad. Se habían proletarizado, había claramente una distinción étnica. Entre 1948 y 1954 vinieron de Marruecos 400.000 judíos. Hubo olas de inmigraciones después. Israel es una sociedad muy compleja, independientemente del conflicto. El conflicto no es lo único que existe ahí. Hay que estar allí para ver que hay más dimensiones. El país es interesantísimo precisamente porque es un laboratorio donde tantos grandes desafíos se plantean a la vez. Es interesante ver las múltiples variantes que se plantean en las relaciones entre judíos y árabes. Está el lado del enfrentamiento pero no es el único lado que hay. Hay relaciones amorosas, hay relaciones sociales, culturales. Israel es un país absolutamente fascinante.

Además es chico, en cualquier lugar que estés, estás metido en el meollo, estás haciendo historia. Cualquier decisión tiene consecuencias históricas y políticas. El tipo que es de derechas y es un nacionalista no tiene ningún reparo en recibir una subvención para ir a un asentamiento en los territorios ocupados. El tipo que está en contra de esa política va a tener otros problemas, conseguirse un piso en Tel Aviv, pero Israel es un espacio vibrante, con sus luces y sus sombras pero con muchas luces.

AC: Pareces siempre conciliador.

RB: Yo no entiendo a la gente que se atrinchera. Al fin y al cabo te convertís en prisionero de tu trinchera. El precio que paga la intolerancia es el de la automutilación.

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