Algunos uruguayos han decidido apoyar una reforma que va a meter en
cualquier hogar sospechoso la violencia para la cual el militar fue
entrenado. Y por cada boca de droga que se cierre van a pagar muchos
inocentes.
Ellos creen que es más fácil hacer eso que enfrentar a
los bancos que han lavado dinero de los narcos o a los estudios
jurìdicos que les dibujan las inversiones o a los policías que les
facilitan las armas al crimen organizado.
¿Por qué no hablan de "mano dura" con ellos?
Con los grandes no se meten. Se hacen los guapos con los más chicos.
Si querés combatir a los narcos y a otros delitos, cortáles la canilla,
averigua la trazabilidad de las drogas y las armas. Y celebrá cuando se
sumarian y apartan policías corruptos.
Las cifras de la
violencia contra los niños son un buen predictor de qué tipo de personas
creen que con "la mano dura" se resuelven los problemas.
Yo también quiero "mano dura", pero con los bancos y los estudios jurídicos que dicen ignorar qué hacen sus clientes. Yo también quiero "mano dura", pero con aquellos funcionarios que ensucian su uniforme facilitando armas a los delincuentes fuera y dentro de las cárceles.
Con los pobres y con los niños no te hagas el guapo.
¿VIVIR SIN MIEDO?, QUIZÁS; ¿SIN PELIGROS?, IMPOSIBLE
El Uruguay ya es mucho más represivo y de "mano dura" de lo que estamos dispuestos a admitir. Por eso comparto a continuación uno de los mejores textos que se han escrito en contra de la Reforma "Vivir sin miedo". Pertenece a Gabriel Pereyra. Ver el artículo completo:
El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) escribió en
su obra Miedo líquido: “El miedo es más temible cuando es difuso,
disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin
hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la
amenaza a la que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes,
pero resulta imposible de ver en ningún lugar concreto. Miedo es el
nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con
respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer —a lo que puede y no
puede hacerse— para detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es
algo que está ya más allá de nuestro alcance”.
Miedo es a lo que
apela la campaña de reforma constitucional lanzada por el senador blanco
Jorge Larrañaga para modificar aspectos vinculados a la seguridad
pública y que, si bien la rechaza buena parte de los candidatos
presidenciales, tiene alto apoyo ciudadano, si creemos lo que dicen las
encuestas.
La propuesta es una desprolijidad jurídica, una suma
de cosas que ya existen y, lo peor, una señal de que estamos dispuestos a
echar mano a cualquier medida para, presuntamente, “vivir sin miedo”,
aunque termine siendo una señal de debilidad ante la delincuencia.
Antes de repasar algunas normas que propone la reforma: abundan los
penalistas y constitucionalistas que desaconsejan aplicar la política
criminal por la vía de legislar a través de la Constitución.
¿Allanamiento nocturno? Hoy se puede allanar de noche todo local, salvo
el hogar. Es una protección constitucional por si hoy o mañana llega al
poder una fuerza autoritaria que hace uso y abuso del irrumpir en ese
“sagrado inviolable” que es el hogar. Sería una señal más de que la
delincuencia nos hace ceder derechos en aras de una supuesta mayor
seguridad.
La reforma estipula la prisión permanente revisable.
La cadena perpetua. El Código Penal fija la máxima pena en 30 años más
15 de seguridad. ¡Cuarenta y cinco años! Lo que ocurre aquí es que los
jueces aplican esta norma en casos muy excepcionales. O sea, como los
jueces no penan a ciertos delincuentes con la severidad que los
impulsores de la reforma quieren, entonces, cambiemos la Carta Magna.
Vamos a toquetear la Constitución para incorporar una medida que nada
indica que los jueces la vayan aplicar.
¿Crear una guardia
nacional integrada por militares? Ya existe y se llama Guardia
Republicana. ¿Por qué razón crear una nueva repartición que los
militares seguramente asumirán con poca emoción ya que nunca les gustó
ser “reducidos” a policías? Además, nos encanta crear nuevas oficinas
públicas mientras gritamos “¡achiquen el Estado!”.
Si todas estas
medidas se aplicaran ¿realmente alguien piensa que a quien hoy vive con
miedo se le iría el temor? Les tiro algunos datos que pueden ayudar a
ordenar los miedos: si tememos a la muerte violenta a manos de otros,
habrá que pedirle a la nueva fuerza policial que vigile, no a los
extraños, sean estos rapiñeros o no, sino a nuestros familiares, amigos y
conocidos porque, según la estadística, entre estos estarán los
responsables si es que morimos en un homicidio. Si vamos a tener miedo a
una muerte violenta, los rapiñeros son 10 veces menos peligrosos que
los autos y motos en los que circulamos nosotros y nuestras familias.
En materia de muertes violentas, no sé qué podrán hacer las fuerzas de
elite y las penas enormes ante la imagen que cada mañana vemos ante el
espejo: somos nuestro peor enemigo, con alrededor de 750 suicidios al
año. Miedo. Miedo a que nuestros hijos no regresen por la noche, miedo
al dolor, a la enfermedad, al hambre, a la pobreza, miedo a esos padres
que te rompen los brazos a pesar de que sos un nenito, miedo a tu marido
que te muele a golpes cada noche, miedo a la oscuridad, a las alturas, a
nuestros fantasmas internos.
¿Quieren vivir sin miedos? Quizás
lo logren, lo que no lograrán es aventar el peligro. Escribió Bauman:
“Nuestra certeza busca y centra nuestros intentos de ser precavidos en
los peligros visibles, conocidos y cercanos que pueden preverse y cuya
probabilidad puede ser computada, aun cuando los peligros que resultan,
con mucho, más imponentes y temibles son precisamente aquellos que son
imposibles o terriblemente difíciles de predecir: es decir, los
imprevistos y, con toda probabilidad, impredecibles”.
Fuente:
"¿Vivir sin miedo?, quizás; ¿sin peligros?, imposible" de Gabriel
Pereyra, en BÚSQUEDA Nº2042 - 17 al 23 de Octubre de 2019. http://www.busqueda.com.uy/…/vivir-sin-miedo-quizas-sin-pel…