Filosofar sin incurrir cada tanto en algún sofisma es una tarea imposible, como aprender a caminar sin caerse. Por fortuna están los otros, el prójimo, el próximo, para corregirlo a uno.
sábado, 23 de noviembre de 2019
CONTRA LAS MENTIRAS VIRTUALES, COMPAÑEROS REALES
La banderita del FA medida contra la torre de un canal privado es una buena metáfora de lo que sentimos muchos.
Me recuerda aquel monólogo de Agarrate Catalina: "Un ser humano inmensamente solo / Alumbrando como puede con la pobre lucecita remendada de su fe, la gigantesca nada".
Sin embargo, como no les creo nada a los medios cuando ocultan, y no les creo cuando afirman, y no les creo a las encuestas que parten de supuestos controversiales para completar lo que no pueden saber, la única convicción que tengo es que la cosa va a ser reñida. Y que como sugiero líneas más abajo, hay mucho que se ha venido haciendo y que todavía se puede hacer para cambiar lo que pretenden presentar como derrota.
Dicho sea de paso, es inconcebible que después de haberse difundido un texto militar casi golpista los argumentos de mis amigos más radicales o desencantados, se basen aún en las acusaciones de los grandes medios contra los gobiernos de estos últimos 14 años, en general difamatorias y selectivas.
¡Qué lo tiró, ver anarcos veteranos o ambientalistas lúcidos repitiendo los dimes y diretes de los canales privados y las radios más reaccionarias! Dicen no creer en nada, pero a esos le creen... Anular el voto o votar en blanco hoy es un pecado de omisión. Es sentirse "digno", "ni unos ni otros". El problema es que así ganan los "otros", con siniestras marchas militares de fondo incluidas...
Lo que podemos hacer en estas horas que quedan, es hacer lo que ya intuitivamente se viene haciendo: comités, casas de familia, ruedas de mate en cualquier parte, juntarse con compañeras y compañeros reales, de modo presencial, en pequeños grupos. Ellos, los coaligados, lo hacen también, e incluyeron esta vez en la movida a las sectas evangélicas y a los militares nostálgicos.
Pero hay buena base académica para afirmar que lo que nos podría salvar de la oscuridad es el haber cultivado cierta sociabilidad de pequeña escala de modo constante: en los barrios, en las cooperativas, en los sindicatos, en las ruedas perdurables de amigos en los cafés. Eso genera las mejores convicciones y en esta instancia permitiría enfrentar esta embestida de empresarios, medios reaccionarios y políticos coaligados ansiosos no de terminar con las prebendas, sino de no ser excluidos de ellas.
En un artículo publicado en 2014 en el semanario 7N, articulé algunos conceptos que podrían ser útiles para dar una base sólida a esas corazonadas de lo que puede ocurrir el domingo 24 de noviembre de 2019. Era en mi columna "A contragenda":
"Dinero, votos y medios masivos"
"No jodas, el tema es viejo”, me dijo un colega cuando le dije que iba a abordar la cuestión. Así que de tozudo nomás voy a hacer un poco de historia. Dejo para otro día la cuestión del papel de las redes sociales, endogámicas ellas, y más confirmatorias de puntos de vista ya consolidados que creadoras de puntos de vista nuevos.
En The Communication of Ideas (1948) Paul Lazarsfeld y Robert Merton identificaron varias funciones sociales de los medios de comunicación de masas.
Cuando los autores se plantearon si los mass media podrían ser efectivos en la propaganda social o política establecieron tres condiciones para tomar en cuenta: monopolización (control monopólico u oligopólico de los medios), canalización (reorientación o énfasis de tendencias ya existentes), y la más interesante e importante de las tres, la complementación (una propaganda de masas puede resultar efectiva, aunque no se den ni la monopolización ni la canalización, si se complementa con contactos cara a cara en grupos con cierta estabilidad de los vínculos entre sus miembros).
He aquí un episodio paradigmático para entender el impacto de la propaganda masiva ante las posibilidades algo inexploradas de los “microgrupos”. En 1980, en plena dictadura, el gobierno militar uruguayo sometió a plebiscito un proyecto de Constitución que le permitiría legitimar su poder y consolidar una democracia tutelada. En ese momento los militares controlaban los medios masivos de comunicación y podían divulgar a su antojo todo tipo de promesas y de amenazas. Pero contra todos los pronósticos, ganó el “NO” a la reforma constitucional.
La explicación, en términos de L & M, reside en considerar que si bien los medios masivos funcionaban de hecho como un monopolio del gobierno, y no había “contra-propaganda” la oposición hizo campaña a través de microgrupos, con la presencia de militantes de todos los sectores, incluido el prohibido Frente Amplio, a veces con líderes de opinión de los sectores democráticos de los partidos tradicionales, otras veces a través de los mensajes en cassettes de Wilson Ferreira, líder del Partido Nacional, enviados desde el exterior del país.
Se trató de un fenómeno que Lazarsfeld y Merton habían mostrado con claridad al hablar del poder de la “complementación”. Frente al lector memorioso aclaro que no se puede juzgar como “contrapropaganda” la excepcional polémica en TV entre Bolentini y Viana Reyes, del lado militar, con Tarigo y Pons Etcheverry del lado democrático, porque una golondrina no hace verano.
(...)
Hasta allí comparto mi artículo de 2014.
¡A votar con dignidad y conciencia de que ni somos pocos, ni estamos solos!
¡A votar por la ola esperanza contra la ola de la reacción!
¡Contra las mentiras virtuales, compañeros reales!