SENDHIL MULLAINATHAN Y ELDAR SHAFIR: ESCASEZ / LEV TOLSTÓI Y LA GUERRA / NORMAN FINKELSTEIN: LO QUE DICE GANDHI / JOSÉ MARÍA RIDAO: LA PAZ SIN EXCUSA / RODRIGO MISA: ANÁLISIS DE DOCE HOMBRES EN PUGNA / AGUSTÍN COURTOISIE: CINE PARA ENTENDER EL MUNDO / ENCUENTROS CINÉ-FILOS
En esta edición de setiembre 2017 Filosofismas se ocupa de la tiranía del
corto plazo y de la profundidad con que lo urgente impacta sobre nuestras vidas
desplazando lo más importante. El fecundo cruce teórico de psicología y
economía de especialistas como Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir nos permite
entender mejor cómo gestionar la escasez, en el libro de igual nombre, tanto en
la vida privada como en las políticas sociales destinadas a las personas de más
bajos recursos.
Ante el mundo actual lleno de excusas
para usar la violencia de un lado y de otro, pero sobre todo de las primeras
potencias del mundo y sus satélites, se elevan como nuevas las grandes voces de
Lev Tolstói y Gandhi para hacernos comprender que la paz no sólo es más noble
sino mucho más eficiente que la estúpida crueldad de la guerra. Por eso cubrimos
tres libros muy funcionales al movimiento por la paz que empieza a articularse en
estos últimos tiempos en forma gradual, desde muy distintos ámbitos filosóficos
y religiosos, más amplio y variado incluso que el de los años sesenta cuando
repudiábamos la guerra de Vietnam.
En esta entrega culmina la tercera y
última parte de “Cine para entender el mundo”. En nuestros ENCUENTROS
CINÉ-FILOS, en la sede de Africanía, donde ponemos en interacción el cine y la
filosofía, continuamos trabajando con teoría de la argumentación y distintos
audiovisuales que la ilustran. El ambiente se está caldeando como para
estructurar en breve un verdadero “club de debates”. Al final de esta edición
del blog los interesados encontrarán más información.
* * *
SENDHIL MULLAINATHAN Y ELDAR SHAFIR:
Escasez. ¿Por qué tener poco significa tanto?
Escasez. ¿Por qué tener poco significa tanto?
“La mente de un inglés trabaja mejor cuando ya
casi es demasiado tarde”, decía Max Hastings. Pero también la de cualquier
uruguayo cuando se acerca el plazo de entrega, ya se trate del pliego de una
licitación, o de una tesis doctoral. Por análogos motivos, cuando un bien de
consumo escasea, o se acerca el fin de una promoción, algo nos compele a
comprarlo. Sin embargo, la psicología de la escasez va mucho más allá de esos
ejemplos algo obvios. Las personas abrumadas por la realización de cualquier
tarea urgente, tienden a enfocarse en una “visión de túnel”, dejando de lado detalles importantes. Ser muy pobre, tener
más de un trabajo e hijos a cargo, dirigir una pequeña empresa con mil
problemas y empleados de baja remuneración, son circunstancias que poseen algo
fuerte en común: el corto plazo va a devorar nuestras perspectivas de futuro,
donde nos aguardarían las cosas realmente importantes si estuviésemos en
condiciones de levantar cabeza por encima de las emergencias.
Escasez,
¿Por qué tener poco significa tanto? es un libro que cruza economía y
psicología de modo contundente, escrito en un estilo claro y persuasivo. El
premio Nobel de Economía Daniel Kahneman ha elogiado esta obra y a sus dos
autores: Sendhil Mullainathan, nacido en la India, profesor de economía en la
Universidad de Harvard; y a Eldar Shafir, nacido en Israel, profesor de
Psicología y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton.
Es preciso avanzar un poco más en la
comprensión de los fenómenos signados por la escasez. Ésta es una noción
específica, mucho más sutil, como veremos enseguida, que la socorrida
generalidad de que la economía es la ciencia de la escasez (porque obliga a
gestionar con recursos finitos nuestros deseos sin límite). Además de las carencias de distintos recursos
(como el nivel educativo o el nivel de ingresos) el “ancho de banda” de las
personas para manejar las heterogéneas responsabilidades de su vida puede verse
reducido bajo ciertas circunstancias donde la “visión de túnel” tiende a priorizar una tarea o meta en particular.
Esto se puede visualizar con un ejemplo.
Según Mullainathan y Shafir, en los
EE.UU. la principal causa de muerte de los bomberos no es la inhalación de
gases tóxicos o las quemaduras ocasionadas por su arriesgada profesión. Una de
las principales causas de muerte son los accidentes de tránsito. Por insólito
que parezca, y pese a su exigente entrenamiento, al salir apresurados ante una
denuncia de incendio los bomberos tienden a concentrar por completo su atención en acudir a destino con la mayor
celeridad posible y con la ropa protectora puesta. El efecto de “visión de
túnel” hace que este objetivo primordial les haga olvidar el ajustarse el
cinturón de seguridad mientras se desplazan en el camión a altas velocidades.
Esto ha tenido como consecuencia que muchos bomberos hayan salido despedidos de
sus asientos al doblar una curva, o ante una incidencia de tránsito. ¿Cómo se
explica esto? Ocurre que hay una suerte de “gravamen” sobre su “ancho de
banda”, es decir, una severa reducción del campo atencional: al concentrarnos
mucho en una cosa dejamos de atender otras, pese a su importancia.
Las aplicaciones de estos conceptos y el
familiar vocabulario utilizado (“ancho de banda”, “malabarismos”, “visión de
túnel”, “bomberazos” en el sentido de “vivir apagando incendios”, etc.) se
desarrollan a lo largo de la páginas de Escasez
con notable desenvoltura y mediante la exposición de varios estudios de caso.
Quizás
los autores se exceden al incluir la crisis del 2008 como resultado de
decisiones basadas en la psicología de la escasez. Según varios estudios parece
claro que esa catástrofe financiera y social involucró mucho más que las
hipotecas subprime. Joseph
Stiglitz y Paul Krugman, entre otros,
juzgaron ese proceso como el de una estafa a gran escala. De todas maneras, son
numerosas las áreas sugerentemente iluminadas por la psicología de la escasez.
Hay un ejemplo memorable, que permite a
los autores extraer muchas enseñanzas. Durante la Segunda Guerra Mundial,
el teniente Alphonse Chapanis fue
convocado como experto para resolver un problema que se había tornado grave: la
recurrencia de accidentes que se producían al aterrizar aviones
estadounidenses, en la mayoría de los
casos motivados por la retracción de las ruedas en vez de los alerones. Era
difícil discernir si esas tragedias se debían a un insuficiente entrenamiento,
o al cansancio, o al hecho de que después de misiones complicadas los pilotos
se relajaban demasiado pronto y se desconcentraban justo durante las maniobras
finales. La causa tendía a atribuirse a características y decisiones personales
de cada piloto. Lo primero que descubrió el teniente Chapanis fue que los
accidentes eran protagonizados por los pilotos de bombarderos y no ocurrían
jamás con los pilotos de transporte. Al observar con más detenimiento
comprendió que los errores se debía al diseño de las cabinas: los controles de
ruedas y alerones estaban juntos y eran
muy parecidos, lo cual hacía muy fácil cometer el error fatal de confundirlos.
Esto permite plantear el viejo dilema acerca de la importancia comparativa de
las estructuras respecto de las decisiones del individuo. Una vez transformado
el diseño de las cabinas correspondientes, ese tipo de accidentes prácticamente
desapareció.
Esto deja numerosas lecciones. Varias
pueden referirse, por ejemplo, al diseño e implementación de políticas
sociales, a la capacitación laboral de las personas de muy bajos ingresos, a
las transferencias en efectivo
condicionadas a contrapartidas y, muy en particular, a los microcréditos
destinados a la creación de pequeñas empresas ante los préstamos solicitados
para resolver cuestiones de emergencia. El capítulo VIII, “Mejorar la vida de
los pobres”, es un tramo rico en sugerencias y basado en rigurosos chequeos
empíricos. Las políticas sociales suelen insumir grandes recursos, pero sus
resultados suelen ser modestos. Los destinatarios tienden a abandonar los
cursos de capacitación. Los microcréditos son muy nobles en sus intenciones
pero por alguna razón los más pobres suelen recaer en los prestamistas, que les
cobran intereses más altos pero les resuelven las emergencias que consumen
el “ancho de banda” cotidiano con que
estas personas cuentan para lidiar con múltiples problemas. Por ello
Mullainathan y Shafir sugieren que los programas educativos para estos sectores
de la sociedad deben estructurarse con exigencias diferentes. Las personas
deben poder concurrir siempre que les sea posible pero si no es el caso, deben
implementarse mecanismos para ponerse al día y continuar con las clases. El
problema no es falta de hábitos de estudio, o falta de talento. De nuevo, el
problema no es el piloto sino la estructura de la cabina, no es solamente el
individuo sino que también el sistema cuenta y a veces es crucial.
La cuestión es que las personas
desempleadas con hijos a cargo deben resolver cuestiones dramáticas y urgentes
relativas a alimentación y techo, que los sumergen en una “visión de túnel” y
reducen su “ancho de banda” cognitivo. Los contenidos tediosos de algunos
cursos muchas veces explican la deserción masiva. Los autores relatan
experiencias exitosas surgidas al
descartar por completo cursos tradicionales de contabilidad y teneduría
de libros, para suplantarlos por la enseñanza de reglas contables pragmáticas,
recopiladas en forma previa en el terreno, tomando nota de las prácticas de los
pequeños empresarios de condición similar a la de los destinatarios de la
capacitación.
El objetivo es generar mayor “ancho de
banda” para los pobres y así cambiar la lógica estructural de la pobreza. Dicen
Mullainathan y Shafir: “Lo inherente a estas emergencias es que son graves: hay
una necesidad inmediata de efectivo. La necesidad no es de grandes cantidades,
se trata de cantidades pequeñas, como comprar un uniforme para la escuela”. Los
autores aseguran que estas transferencias en efectivo deben ser concebidas como
un producto financiero conceptualmente diferente del microcrédito: “El producto
no ayuda a crear riqueza; no convierte a nadie en empresario… No obstante,
cuando se hacen malabares, los efectos pequeños tienen consecuencias grandes”.
En el Uruguay, pese a la percepción
generalizada de que se realizan transferencias para los sectores de bajos
ingresos sin contrapartida, los hechos son diferentes. Al amparo de las
asignaciones familiares establecidas por la
Ley 15.084 de 1980, hasta 2016 existían 106.000 beneficiarios de bajos
recursos tales como trabajadores formales, jubilados, pensionistas o pequeños
productores rurales, con varios requisitos muy claros, tales como la asistencia
de los menores del núcleo a centros de enseñanza, certificados de discapacidad,
e incompatibilidades en el caso de que se perciba otro tipo transferencia. En
cuanto a la “Asignación Familiar Plan de Equidad”, establecida por la Ley
18.227 de 2007, se estiman unos 381.000 beneficiarios bajo este régimen:
hogares con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad socioeconómica,
o internados en establecimientos vinculados al INAU. Los adultos a cargo están
sometidos a varias exigencias para
continuar percibiendo la transferencia (Conoce
tus derechos y obligaciones en seguridad social, ANEP, BPS, CES, Correo
Uruguayo, 2016, págs. 74-75).
Al igual que las cabinas de los
bombarderos, estos programas podrían ser mejorados y tener más éxito basándose
en la psicología de la escasez, más allá de cada piloto o de que la “culpa”
sería del pobre. Aunque no se hayan ocupado del Uruguay, para los autores de Escasez estos emprendimientos
probablemente valdrían la pena. Cada programa de transferencias mejorado
“libera ancho de banda, potencia el CI, reafirma el autocontrol, aumenta la
claridad de pensamiento e incluso mejora el sueño. ¿Parece exagerado? Los datos
sugieren que no es así”.
ESCASEZ.
¿POR QUÉ TENER POCO SIGNIFICA TANTO?, de Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir.
Fondo de Cultura Económica, México, 296 págs.
Fuente: Reseña de Agustín Courtoisie, Revista Relaciones Nro. 400. Setiembre
2017, Montevideo, págs. 24-25.
* * *
LO QUE PIENSO DE LA GUERRA
“Si mis soldados comenzasen a
pensar, ninguno permanecería en las filas” decía Federico II el Grande y
Tolstói lo cita en uno de los trabajos aquí compilados.
Lo que yo pienso sobre la guerra de Lev Tolstói, publicado por Desván de la Hanta, 2015, reúne buena parte de la energía colosal de su credo anarquista evangélico y pacífico, que inspiró a Gandhi y a Martin Luther King.
El volumen incluye “El sitio de Sebastopol”, “La guerra ruso-japonesa”, “La guerra hispano-americana y la guerra de los dujobores”, entre otros fragmentos imperdibles. Tolstói defendía a los trabajadores, se indignaba por la crueldad contra los animales y explicaba por qué aquellos a los cuales la indignación podría conducir a la violencia debemos preferir la paz a toda costa.
Si los que orquestan las armas contra millones de inocentes, no son capaces de pensar (ni de sentir) al menos no le cedamos nuestro consentimiento. El firme y realista deseo de paz de quien supo ser soldado, me está conmoviendo y no puedo menos que compartirlo.
Lo que yo pienso sobre la guerra de Lev Tolstói, publicado por Desván de la Hanta, 2015, reúne buena parte de la energía colosal de su credo anarquista evangélico y pacífico, que inspiró a Gandhi y a Martin Luther King.
El volumen incluye “El sitio de Sebastopol”, “La guerra ruso-japonesa”, “La guerra hispano-americana y la guerra de los dujobores”, entre otros fragmentos imperdibles. Tolstói defendía a los trabajadores, se indignaba por la crueldad contra los animales y explicaba por qué aquellos a los cuales la indignación podría conducir a la violencia debemos preferir la paz a toda costa.
Si los que orquestan las armas contra millones de inocentes, no son capaces de pensar (ni de sentir) al menos no le cedamos nuestro consentimiento. El firme y realista deseo de paz de quien supo ser soldado, me está conmoviendo y no puedo menos que compartirlo.
(Lo que yo pienso sobre la guerra de Lev Tolstói, por Agustín Courtoisie para perfil en
Facebook “Ciné Filos Filosofía”)
* * *
LO QUE DICE GANDHI
El autor es el valeroso judío
disidente Norman Finkelstein, autor de La
industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento
judío (2000).En esta oportunidad, en Lo
que dice Gandhi (Siglo XXI editores, 2013) un librito de apenas 142
páginas, Finkelstein redescubre a Gandhi para todos los que predicamos “la paz
sin excusa”, como una figura mucho más compleja y rica de lo que se imaginaban
sus partidarios y sus detractores.
Hurgando
entre los casi 100 volúmenes del corpus de la obra de Gandhi, Finkelstein
afirma que Gandhi “no solo estaba convencido de que se podía liquidar de forma
no violenta el viejo mundo y crear uno nuevo, sino de que, además, si no se
hacía de manera no violenta, ese nuevo mundo difícilmente diferiría del viejo
mundo al que había sustituido”.
La
lectura compleja que Finkelstein hace de Gandhi le lleva a recordar que “el
verdadero Gandhi detestaba la violencia, pero detestaba aún más la cobardía”.
Sin embargo, “si Gandhi predicaba simultáneamente las virtudes de la no
violencia y las del valor, es porque consideraba que la no violencia requería
más valor que la violencia”.
(Lo
que dice Gandhi de Norman Finkelstein, por Agustín Courtoisie para perfil
en Facebook “Ciné Filos Filosofía”)
* * *
LA PAZ SIN EXCUSA
Nobleza obliga a recomendar este libro de José María Ridao, que me sedujo desde el título: "La paz sin excusa. Sobre la legitimación de la violencia" (Tusquets, 2004).
Me atrevería a decir que todo lo que
Ridao dijo hace más de una década hoy es más cierto que nunca:
“En realidad, y pese a lo que parece
sugerir la historia, resulta difícil determinar si la violencia forma parte del
instinto humano. Junto a los innumerables ejemplos de individuos que,
sonámbulos, los ojos inyectados en sangre, parecen encontrar un estímulo y no
un obstáculo en el sufrimiento que provocan, existen otros en los que el
comportamiento es exactamente el inverso: una repentina piedad hacia quien está
por completo a merced de un gesto o una decisión propia”.
(La
paz sin excusa. Sobre la legitimación de la violencia, por Agustín Courtoisie para
perfil en Facebook “Ciné Filos Filosofía”)
* * *
LA VERDAD COMO CAMINO
(sobre Doce hombres en pugna)
(sobre Doce hombres en pugna)
Rodrigo
Misa
Me propongo analizar un remake de la
obra cinematográfica Doce hombres en pugna, considerada una de las mejores
películas en la historia del cine. Pero no lo haré desde la perspectiva de la
crítica cinematográfica, sino porque ella plantea ciertos aspectos que juzgo
centrales para pensar la cultura contemporánea y en particular los medios
masivos, como lo son el concepto de verdad y de libertad de expresión, así como
también otros conceptos importantes que comprenden a la objetividad y las
estrategias éticas. (1)
Además, la elección de esta película se
debe a la interesante similitud en algunos puntos con un documental como El Rati Horror Show (Piñeyro, 2010) y
con la parodia El Bebé de los Perales
(Sorin, 2006). La comparación de Doce
hombres en pugna con estas dos obras, y la posibilidad de recurrir a varios
autores para desarrollar el análisis, son elementos fundamentales para poder
enriquecer nuestra perspectiva .
A través de las deliberaciones de un
tribunal, en Doce hombres en pugna se
nos muestra cómo se construye el camino hacia la verdad, las dificultades por
las que hay que atravesar, el rol que juega la ética en ese emprendimiento y
ciertas particularidades del ser humano que hacen que esta tarea no sea
sencilla. Si hubiera que resumir la película en unas breves líneas, se podría
decir que trata de un caso en el que se acusa a un joven latino de haber
asesinado a su padre.
Un jurado integrado por doce miembros
deberá determinar si es inocente o culpable. El film se centra en la habitación
donde estos hombres debaten y opinan sobre las pruebas presentadas y los
diferentes testimonios, para tomar una resolución final. Al comienzo de la
película, la votación del jurado es de 11 a 1 a favor de la culpabilidad del
muchacho, pero con el transcurrir de la historia, esas cifras se van
revirtiendo. Ahora bien, si nos quedamos con este brevísimo y vago resumen de
la película, estaríamos dejando pasar varios aspectos relevantes.
Luego de que se realiza la primera
instancia de votación, se puede apreciar como algunos de los once jurados
pretenden ridiculizar y minimizar cualquier tipo de argumento u opinión
exhibida por “el distinto”, y es ahí cuando entran los conceptos de libertad de
expresión y libertad de discusión manejados por John Stuart Mill. Una de las
frases más particulares de su obra Sobre
la libertad hace hincapié en que “si toda la especie humana no tuviera más
que una opinión, y solamente una tuviera la opinión contraria, no sería más
justo el imponer silencio a esta sola persona, que si esta sola persona tratara
de imponérselo a toda la humanidad”. (2)
Considera que es una especie de hurto a
la raza humana el imponer silencio a la expresión de opinión de otro, y que
además tanto si fuera verdadera o falsa, no se debería de intentar acallar, ya
que siempre aportaría un beneficio. Perfectamente se puede hacer un paralelismo
con lo que sucede en la película. Si bien no se trata de toda la humanidad
contra uno, ese pequeño grupo de personas pasa a ser un mundo donde un
integrante merece ser respetado. En esos primeros instantes de tensión, se
pueden escuchar todo tipo de frases que dan mucho que pensar, y que ponen de
manifiesto que muchas veces las mayorías creen tener la verdad y desean
imponerla.
Una de las más significativas es “once
hombres estamos de acuerdo, nadie tuvo que pensarlo dos veces excepto usted”,
lo cual deja en evidencia que no se quiere respetar la libertad de esta
persona, porque hay una mayoría que cree saber la verdad. También aparece la
búsqueda de realizar decretos autoritarios, como por ejemplo “estamos
intentando poner a un hombre culpable en su lugar”. Otras frases que también
sirven para ilustrar esta idea son “aún cuando el caso es tan obvio como éste,
jamás escuché tanta palabrería por nada” o incluso palabras más fuertes como
“he escuchado todo tipo de patrañas en mi vida, pero esta se las lleva por
mucho. Vienes con tu habladuría santimonial , e inventas un sinnúmero de historias y de
pronto resulta que convences a algunas de estas señoritas”.
Claramente se puede
apreciar cómo lo único que se busca es ridiculizar al que piensa diferente, en
vez de tratar de contrarrestarlo con argumentos contundentes.
Mill es muy claro cuando afirma que
nadie tiene autoridad para impedir el derecho a juzgar de otros, porque se
estaría atentando contra una facultad concedida a la humanidad. Además, “el
hombre es capaz de rectificar sus errores por la discusión y por la
experiencia”, (3) por lo que si no se deja escuchar a este jurado, no podrán ni
hacerle ver que está equivocado, ni asegurarse de que están en lo cierto, ni
mucho menos abrir una puerta a la posibilidad de advertir que son ellos los que
están equivocados. No sólo de ridiculizar se trata, sino que también existen
graves acusaciones para tratar de defenestrar a esta persona, ya que se lo
culpa de torcer y distorsionar los hechos, y que por eso comienza a generar dudas
en el resto de los miembros del jurado.
Otra persona, irónicamente, le reconoce
que es bueno vendiendo por lo persuasivo, pero él en todo momento se justifica
diciendo que lo deben discutir mucho porque no se pueden equivocar en la
decisión y porque le deben al chico algunas palabras. Una vez que comienzan a
haber cambios en las cifras de las votaciones, también vemos cómo los agravios
se orientan y desplazan hacia las personas que cambiaron su decisión. Si bien
continuamente se ataca al jurado, se empieza a decir que las personas cambian
su voto porque él les está lavando el cerebro, y nuevamente se intenta
quitarles el derecho a la opinión.
El primero en cambiar lo justifica
debido a que no es fácil para una persona estar solo frente al resto mientras
está siendo atacado, y ese apoyo que ha estado buscando se lo quiere dar, ya
que respeta sus motivos. También, quiere escuchar más. Nuevamente aparece
Stuart Mill en acción, ya que para este anciano del jurado, es importante tener
las dos campanas para estar seguro de su decisión. “La única forma de que un
ser humano pueda conocer a fondo un asunto cualquiera es la de escuchar lo que
puedan decir personas de todas las opiniones, y estudiar todas las maneras
posibles de tratarlo”. (4)
También remarca que muchas veces las
personas con puntos de vista diferentes “no se ponen jamás en la posición
mental de los que piensan de otra manera, ni ponen en consideración lo que esas
personas tienen que decir”. (5)
Éste es el caso particular de tres de
los miembros del jurado, quienes son los que se muestran más resistentes a
cambiar su opinión. Uno de ellos felizmente termina cambiando su voto debido a
que fue convencido, mientras que otro lo termina haciendo por cansancio, y el
último, porque se encontraba más solo que nunca y sabía que no tenía de qué
agarrarse para mantener su idea. En cambio, el resto del jurado sí logró
escuchar y ponerse en la posición mental del otro, y eso fue fundamental para
poder cambiar de opinión, y entrar a dudar de algo que al principio parecía tan
obvio.
Otro aspecto sumamente importante y que
no hay que dejar pasar por alto es que los que están a favor de la culpabilidad
del muchacho no pueden objetar los argumentos a favor de la inocencia, o por lo
menos, de la no culpabilidad. Como dice Mill, si “es incapaz (,) de refutar las
del contrario, si incluso no las conoce, se puede decir que no tiene motivos
para preferir una opinión a la otra”. (6) Y esto se puede apreciar
constantemente en la película, ya que cada exposición hecha por esta persona es
atacada, pero pocas veces contrarrestada con nuevos argumentos. Por momentos
pareciera que se olvidan que están tratando de decidir el futuro de un ser
humano, y se aproximan a una competencia por saber quien tiene la razón.
Mientras analiza los hechos, el miembro
del jurado que desde un principio creía “no culpable” al chico, hace un
razonamiento acerca de que no era posible escuchar con claridad el grito de “te
voy a matar”, ya que la vivienda donde ocurrió el asesinato se encontraba
próxima a la vía de un tren, y en ese momento el ferrocarril estaba pasando.
Ese argumento cambió la perspectiva de varios miembros del jurado, pero otros,
más allá de que sea convincente o no, lo agreden, se ríen y hasta se levantan y
se van de la mesa, sin confrontarlo. “¿Usted cree que tiene el monopolio de la
verdad?” (7) es una de las preguntas que le hacen. “El hombre de abajo escuchó
‘te voy a matar’… No puedes refutar los hechos, sé que tiene 18 pero tiene que
pagar por lo que hizo”, (8) es otra de las respuestas, como si se trataran de
buenos argumentos.
Uno se cuestiona entonces luego de ver
la película, ¿qué es la verdad?, ¿se puede acceder a ella? Llama la atención
cómo varios integrantes del jurado justifican la presunta culpabilidad del
muchacho porque los testimonios y las pruebas, linealmente, así lo dicen.
“Usted se sentó en la corte, escuchó lo mismo que nosotros” y “hubo un testigo
que lo vio hacerlo” son frases que parecen ser suficientes para que uno se
convenza de algo. Y entonces surge otro cuestionamiento, ¿es la verdad lo que
se nos presenta delante?, ¿el hecho de que un juicio se lleve a cabo bajo
juramento es determinante?, ¿no habrá que ir siempre un poco más a fondo y no
contentarnos con lo que se muestra o nos quieren mostrar? Tal vez no existan
respuestas tan directas o tan fáciles ante estas interrogantes, pero el miembro
del jurado que desde un principio dijo no estar seguro de la culpabilidad,
manifestó que los testimonios parecen hacerlo culpable. Pero que luego de
escuchar durante varios días la acumulación de evidencia donde todos parecían
estar muy seguros, le empezaron a surgir ciertas dudas.
Además consideró que el abogado defensor
estaba dejando pasar cosas pequeñas, y que es posible que los dos testigos del
fiscal hayan podido equivocarse, porque todas las personas cometen errores. “La
verdad (,) es ante todo una cuestión de combinación y de conciliación de los
extremos” (9) y esta persona fue capaz de tomar en cuenta ciertos puntos que
parecían insignificantes para tener otra versión de los hechos hasta el momento
no considerada.
En este aspecto, existe una importante
relación con el documental de periodismo de investigación, El Rati Horror Show. Al comienzo uno está convencido de que el joven
de apellido Carrera es culpable y es un asesino, pero a medida que la investigación
avanza y se presenta otra cara de la historia, uno comienza a plantearse dudas
e interrogantes. Al igual que con Doce
hombres en pugna, ¿hay que creer en la versión oficial? Los medios
manejaron de principio a fin la versión policial de “la masacre de Pompeya” y
de esa manera condicionaron a la opinión pública con respecto a este caso.
Sin embargo, la inteligencia y el coraje
de Enrique Piñeyro, mezclados con su humor y su atrevimiento, permiten estudiar
el caso de otra manera. Esto deja en evidencia que el sistema tiene fallas, y
que hay que saber dónde uno debe ubicarse. Algo similar sucede con el
documental de El Bebé de Los Perales de
Carlos Sorin y la crisis de verosimilitud que se plantea. Hay que cuestionarse cuáles
son las fuentes creíbles y cuáles no, y tener en cuenta cuántos y cuáles casos
se citan para ilustrar una realidad. En el código de UNESCO de los principios
internacionales de ética profesional del periodismo es muy claro con respecto a
este punto. Se reconoce “el derecho del pueblo a una información verdadera, recibir una imagen objetiva de la realidad por
medio de una información precisa y completa”. (10)
Si se ahondara en este concepto, en
referencia a cómo los medios muchas veces se manejan, se estaría desviando del
tema que venimos analizando, pero a continuación mencionaremos a la objetividad
y a la imparcialidad, que mantienen una estrecha relación con lo recién dicho.
El uso de la objetividad también aparece reflejado en Doce hombres en pugna. Desde el comienzo la jueza es clara y
contundente cuando pide que “deben ser jueces imparciales de los hechos, tratar
de separar hechos de fantasía, tratar de deliberar con conciencia y honestidad”.
Sin embargo, si bien sabemos que es muy difícil para una persona desprenderse
por completo de sus valores y de condicionantes que surjan de la cultura a la
que pertenece, los miembros del jurado tienen que ser capaces de poder tomar
una decisión sin ser influidos.
En realidad, es inútil buscar un ser humano
libre de valores y de sesgos. A lo que se puede aspirar es a un trabajo crítico
constante y comunitario, tal como indica Popper. “La objetividad y la neutralidad
valorativa constituyen en sí valores. Y como la neutralidad valorativa en sí
misma es un valor, la exigencia de una total ausencia de valores, de una completa
neutralidad valorativa viene a resultar paradójica”. (11)
Otro concepto que se relaciona con el de
objetividad es el de imparcialidad, aludido en varios códigos de ética, como
por ejemplo el del Washington Post. Allí se resalta que la imparcialidad
reclama la información completa y relevante, por lo que “no es una información
imparcial si se omiten hechos de importancia, o si incluye como esencial información
irrelevante en decremento de hechos significativos”. (12)
Rigiéndose por estas definiciones, a uno
no le caben dudas que la imparcialidad por momentos fue dejada de lado por
algunos de los integrantes del jurado, aunque no siempre de forma intencional.
El jurado 8 fue quien les abrió los ojos a sus colegas y los alentó a actuar
imparcialmente, aunque no siempre de una manera explícita. Expuesto de
diferentes formas, el uso de la objetividad y la imparcialidad, y las
influencias, aparecen manifestados y cuestionados constantemente en la
película.
Desde una manera un poco extrema, se ve
como uno de los jurados quiere resolver cuanto antes el caso, ya que tiene
entradas para un partido de baseball en
la noche. Otro de ellos, por el hecho de conocer a los latinos, generaliza. “No
va a decirme que debemos creerle al chico, sabiendo lo que es. He vivido entre ellos
toda mi vida. No puedes creer ni una palabra de lo que dicen. Nacen mentirosos”.
(13)
Hábilmente, el jurado 8 le hace ver que
si no le puede creer al joven latino, tampoco le debería poder creer a la mujer
testigo, ya que es una de “ellos”. En la misma línea de generalización se
encuentra otro comentario que dice que el latino nació en un barrio bajo y que
todos los barrios bajos son criaderos de asesinos.
Ante varios comentarios y opiniones
carentes de objetividad, el jurado 8 contraataca con frases como por ejemplo
“quieres que el chico muera por tus razones personales, no por los hechos”,
dejando en manifiesto que no se estaban siguiendo las instrucciones de la jueza
al comienzo de la película.
Y en este tipo de generalizaciones, es
donde entra en juego el “pensar por sistemas”, que desarrolla Vaz Ferreira en
su Lógica viva. De una observación se
saca “un sistema destinado a aplicarse en todos los casos” (14), lo cual
permite que se aplique siempre para resolver cualquier tipo de caso y
cuestiones.
Este autor cree que se debería pensar
con varias ideas, equilibrándolas según las circunstancias, ya que en algunas
predominarán unas y en otras serán otras. Durante las discusiones, se puede ver
un bosquejo tenue de lo que plantea Vaz Ferreira. “Los problemas que los
hombres discuten, podrían dividirse en dos clases: cómo son las cosas o sobre
cómo pasan los fenómenos; cómo se debe o conviene obrar”. (15)
La primera, se centra en problemas de
ser o de existencia, en este caso sería si el muchacho asesinó o no a su padre.
En la segunda categoría, se trata de problemas de acción, de cómo debería
actuarse, y en este caso sería cómo deberían votar, argumentar o actuar, para
llegar al veredicto final. El filósofo montevideano plantea que muchas veces el
error está en que se consideran a estos dos aspectos como de una misma
naturaleza, cuando en verdad no es así.
En la tensión y la discusión por
demostrar la culpabilidad o inocencia del joven latino, muchas veces se cuelan
en el medio las maneras en que cada uno considera que el otro debería actuar,
como si hubiera una única forma y tuviera una solución exacta. En vez de
plantear las ventajas y desventajas de proceder de determinada manera y
explicarlo, existe una imposición de que hay que votar de tal manera y
argumentar según determinados elementos. “El error provendría de la confusión
de los problemas de una y otra clase: de buscar en los problemas normativos,
soluciones en el sentido en que se buscan en los problemas explicativos”. (16)
Con el clima que toma la discusión y el
debate, en Doce hombres en pugna, se
da muchas veces esta situación.
También se puede apreciar el uso de la
psicología dentro de las discusiones que se dan en la película. No solo de
lógica se trata, sino que hay una cuota muy importante de efecto psicológico, y
el jurado 8 parece que lo maneja a la perfección. Al principio, al verse solo
en la sala, expone sus argumentos con cierta tranquilidad y por momentos
timidez. Sin embargo, al ver que los demás miembros del jurado comienzan a
cambiar su voto gracias a él, se torna más firme y cada vez se lo ve más
confiado en sus exposiciones. Incluso se da el lujo de hacer una representación
un tanto teatral de cómo uno de los testigos se desplazó por su apartamento en
el momento del crimen. Sin dudas, que habiendo estado 11 a 1, con todos en
contra, jamás podría haber hecho lo que hizo.
Otro momento de la película en donde el
aspecto psicológico es clave es en la discusión acerca del cuchillo. Cuando
todos creen que es único en su especie por su rareza, el jurado 8 saca uno
exactamente igual y lo clava en la mesa, dejando atónito al resto de la sala,
sabiendo que había logrado otra victoria psicológica.
La lógica y la psicología no tienen por
qué coincidir, y muchas veces la primera puede mantenerse inalterada, mientras
que la segunda puede desplazarse. Por ejemplo, uno de los puntos en que
constantemente hacía hincapié el jurado era que el latino no recordaba el
nombre de la película que supuestamente había ido a ver al cine, ni de sus
actores. El jurado 8 hace un excelente juego con el jurado 4, preguntándole qué
actividades había realizado las noches anteriores al día en el que estaban.
Cuatro noches hacia atrás, el jurado 4 había ido al cine, entonces el jurado 8
le pregunta por el nombre de la película y los actores, y el otro no puede recordarlos
con precisión.
Con esto, el jurado 8 demostró que
cualquiera se puede olvidar de los nombres, y todos quedaron convencidos, pero
no tuvieron en cuenta que él estaba haciendo una pregunta cuatro días después,
mientras que la policía interrogó al joven el mismo día que supuestamente fue
al cine. Hizo una comparación no exactamente precisa, pero su posición
psicológica sobre el resto lo favoreció ya que nadie le reprochó nada.
Saliendo un poco de conceptos
específicos como verdad, objetividad o la lógica en las discusiones, la
película también refleja aspectos claves de la ética y las teorías morales. Se
puede decir de algún modo, que el jurado 8 en todo momento actúa bajo una
postura deontologista. Considera que debe juzgar al latino según sus principios
y convicciones, cumplir sea cual sea su consecuencia. Se presenta como un
sujeto autónomo e independiente, que considera que el joven se merece un debate
y una discusión pensada, a pesar de ya haber escuchado los testimonios en el
juicio.
Por otro lado, los que están a favor de
su culpabilidad, tienen una postura utilitarista. Se hace hincapié
fundamentalmente en las consecuencias, y estas son, que es un peligro para la
sociedad que ande suelto un asesino, caso de que lo fuere. Es una postura
calculadora que mira los resultados. Ellos no parecen actuar por principios ni
buscar todos los métodos para tratar de determinar su culpabilidad o inocencia,
sino que al ser un riesgo para la comunidad dejar suelto a esta persona, porque
la consideran peligrosa, hay que condenarlo.
No podemos pasar por alto la acción
moral de algunos de los jurados a la hora de votar. Está dividida en dos
niveles: la acción en sí y las justificaciones. Claramente se puede apreciar
cómo difieren unos de otros, y no siempre por el hecho de votar a favor o en
contra. No es lo mismo votar que es culpable porque crees que las pruebas y los
testimonios lo inculpan, que porque hay que terminar rápido el asunto para
poder irse a un partido de baseball,
o porque uno conoce mentirosos del mismo estrato social, e infiere que entonces
él también tiene que serlo. Por otro lado, no es lo mismo votar a favor de su
inocencia porque uno cree que las pruebas dejan dudas y no son suficientes para
su culpabilidad, que votar a favor porque ya se está harto de todos y no se
tienen más ganas de seguir debatiendo.
Una misma acción puede tener dos
justificaciones diferentes y eso tiene mucho que ver con la conciencia de cada
uno. Tal vez si el jurado 8 hubiera cambiado su voto rápidamente a favor de
culpable para terminar pronto el pleito, una vez en su casa le empezaría a pesar
la conciencia de no haber hecho lo que creía correcto, es decir, lo bueno.
Algunas conclusiones pueden,
temporariamente, extraerse. Lo más importante, es que muchas veces “las
apariencias engañan” y hay otra verdad detrás de la imagen. Si nos dejáramos
llevar por el 11 a 1 sin haber escuchado al otro jurado, tal vez nos iríamos a
casa pensando que el latino era culpable, al igual que en lo sucedido con el
joven Carrera de El Rati Horror Show.
Si Piñeyro nunca hubiera hecho el documental, hubiese sido muchísimo más
difícil haber destapado la conspiración policial detrás.
Entonces debemos reflexionar acerca del
trabajoso acceso a la verdad, si es que nos es dado acceder, o apenas es
posible adquirir pequeñas parcelas de ella.
Puede deducirse de Doce hombres en pugna que para emprender la búsqueda hacia la
verdad hace falta algo más que una actitud pasiva, y de conformidad ante lo que
se nos presenta en primera instancia. Por otra parte, queda más que claro que
la libertad de expresión es un derecho para todo ser humano, y que el hecho de
prohibirla es un acto de debilidad. Por otra parte, si el jurado 8 no hubiera tenido
perseverancia y convencimiento, seguramente el latino hubiera sido condenado.
Tal como dice Stuart Mill “toda opinión que representa algo, por poco que sea,
de la verdad que descuida la opinión común, debería ser considerada como
preciosa, aunque esta verdad llegase a estar mezclada con algunos errores”.
(17)
Nadie es portador de una verdad
absoluta, ni nadie es más que otro por tenerla o creer tenerla. Aquello que,
razonablemente, podemos denominar “verdad”, se construye recolectando de todas
las partes elementos que clarifiquen el camino de búsqueda.
Referencias
(1) Hay mucho sitios en la web donde
puede obtenerse abundante información sobre el film y sus diferentes versiones.
(2) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 33.
(3) Opus cit., p. 36.
(4) Op. cit, p. 37.
(5) Op. cit, p. 52.
(6) Op. cit, p. 52.
(7) Friedkin, William (1997). Doce hombres en pugna
(8) Op. cit.
(9) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 62.
(10) Pérez Fuentes, Juan Carlos. Ética Periodística, p. 17.
(11) Ver Chá, Alberto, Elementos de epistemología.
(12) Pérez Fuentes, Juan Carlos. Ética Periodística, p. 276.
(13) Friedkin, William (1997). Doce hombres en pugna
(14) Vaz Ferreira, Carlos (1963). Lógica viva, p. 79.
(15) Op. cit, p. 43.
(16) Op. cit,, p. 47.
(17) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 60
(2) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 33.
(3) Opus cit., p. 36.
(4) Op. cit, p. 37.
(5) Op. cit, p. 52.
(6) Op. cit, p. 52.
(7) Friedkin, William (1997). Doce hombres en pugna
(8) Op. cit.
(9) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 62.
(10) Pérez Fuentes, Juan Carlos. Ética Periodística, p. 17.
(11) Ver Chá, Alberto, Elementos de epistemología.
(12) Pérez Fuentes, Juan Carlos. Ética Periodística, p. 276.
(13) Friedkin, William (1997). Doce hombres en pugna
(14) Vaz Ferreira, Carlos (1963). Lógica viva, p. 79.
(15) Op. cit, p. 43.
(16) Op. cit,, p. 47.
(17) Mill, John Stuart (1970). Sobre la libertad, p. 60
Bibliografía
CHÁ, Alberto (2002). Elementos de epistemología. Montevideo,
Uruguay: Trilce- Ucudal.
FRIEDKIN, William (1997). Doce hombres en pugna [obra cinematográfica].
EEUU: MGM Television.
MILL, John Stuart (1970). Sobre la libertad. Madrid, España: Alianza editorial.
PÉREZ FUENTES, Juan Carlos (compilación y edición), Ética periodística.
Principios, códigos deontológicos y normas complementarias. Servicio Editorial de la Universidad del país Vasco.
PIÑEYRO, Enrique (2010). El Rati Horror Show [obra cinematográfica]. Argentina: Aquafilms.
SÁDABA, Javier (2004). La ética contada con sencillez. Madrid, España: MAEVA.
SORIN, Carlos (2005). El bebé de Los Perales [obra cinematográfica]. Argentina: Telefé Internacional.
VAZ FERREIRA, Carlos (1963). Lógica Viva. Montevideo, Uruguay: Edición de Homenaje de la Cámara de Representantes.
FRIEDKIN, William (1997). Doce hombres en pugna [obra cinematográfica].
EEUU: MGM Television.
MILL, John Stuart (1970). Sobre la libertad. Madrid, España: Alianza editorial.
PÉREZ FUENTES, Juan Carlos (compilación y edición), Ética periodística.
Principios, códigos deontológicos y normas complementarias. Servicio Editorial de la Universidad del país Vasco.
PIÑEYRO, Enrique (2010). El Rati Horror Show [obra cinematográfica]. Argentina: Aquafilms.
SÁDABA, Javier (2004). La ética contada con sencillez. Madrid, España: MAEVA.
SORIN, Carlos (2005). El bebé de Los Perales [obra cinematográfica]. Argentina: Telefé Internacional.
VAZ FERREIRA, Carlos (1963). Lógica Viva. Montevideo, Uruguay: Edición de Homenaje de la Cámara de Representantes.
Fuente:
“La verdad como camino” de Rodrigo Misa, en Letras Internacionales, Núm. 135-5
(2011). Publicación elaborada por la coordinación académica de la Licenciatura
en Estudios Internacionales de Universidad ORT Uruguay y editada por el Prof.
Javier Bonilla Saus. Artículo publicado el 1/9/2011.
https://revistas.ort.edu.uy/letras-internacionales/article/view/899
https://revistas.ort.edu.uy/letras-internacionales/article/view/899
* * *
CINE
PARA ENTENDER EL MUNDO (III)
Agustín Courtoisie
Agustín Courtoisie
Una cosa no quita la otra. Leer
libros no ahorra ver películas. Ni ver películas dispensa de leer libros. Pero
pudiendo introducirnos en los sutiles detalles de una realidad nueva para
nosotros, parecería que en cada momento, lo mejor, es apelar al recurso que más
elementos nos transmita y en menos tiempo.
Los estudios internacionales, por su
propia naturaleza, requieren más que ningún otro campo de investigación esa
doble estrategia, que supone afirmarse en lo ya consolidado y al mismo tiempo,
permanecer abiertos a lo nuevo, a lo cambiante. A veces ese rol lo cumplirá el
libro: convengamos que hay cosas que no se pueden entender en poco tiempo. Y en
otras, el cine será la mejor alternativa.
Después de todo, un acceso integral,
emotivo y racional a la vez, a determinada problemática –que insume menos de
dos horas– no parece un recurso desdeñable.
Esa ha sido la línea de
argumentación, en esquema, que hemos seguido en nuestros anteriores artículos
sobre “Cine para entender el mundo”, primera serie que hoy culminamos –lo cual
no impedirá que en el futuro profundicemos en nuestra tesis acerca del cine
como arma de conocimiento–.
Hoy nos vamos a referir al film de
José Padilha, Tropa de élite, la taquillera y polémica
película estrenada en Brasil a fines del año pasado.
En una entrevista de Vera von
Kreutzbruck, publicada en El País Cultural (18/7/08), el director afirma que “en
Brasil los narcotraficantes controlan las favelas y se pelean entre ellos para
mantener el control de los territorios. Y la policía de Río, que tiene
empleados mal entrenados y con sueldos bajos, en lugar de luchar contra ellos
les vende armas para que se maten entre sí. Es una institución corrupta que se
rige por sus propias leyes”.
Precisamente, la película muestra
una densa trama de conflictos, con recursos similares a los del género
documental. Narcotraficantes, policías especializados aludidos por el título
del film, policías comunes, militantes de ONGs, estudiantes universitarios y
personas de todos los sectores sociales, son presentados de manera harto
verosímil en Tropa de élite. La riqueza mayor del film consiste en
mostrar los puntos de vista contradictorios de cada uno de los actores sociales
en escena.
Por ejemplo, un policía, que también
es estudiante universitario, discute sobre Michel Foucault en una clase ante
sus sorprendidos compañeros, defendiendo su perspectiva acerca de la necesidad
de la fuerza para combatir el crimen. En otra escena, un capitán del
Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), irrumpe en una favela y
mata a un narcotraficante. Luego obliga a un estudiante, que junto
a otros compañeros acudía allí a comprar droga, a hundir su rostro en el
pecho sangrante del delincuente, preguntándole quién lo mató. Cuando el estudiante
responde que el autor fue un miembro del BOPE, la respuesta del capitán no se
hace esperar: los acusa a los estudiantes del crimen, por consumir droga y
mantener el círculo vicioso.
La policía tortura, los
narcotraficantes ejecutan sus crueles represalias, y todo hace pensar que la
violencia responde a institucionalidades o estructuras perversas, que nadie
ideó voluntariamente, pero que ya nadie puede desmontar. Sin embargo Tropa
de elite rehúye todo el tiempo lo panfletario. Repare el lector, para
comprender la no linealidad del film y su rigor constante, el coraje inusual de
Padilha para evadir las teorías simplistas: “En casi toda Latinoamérica
existe la creencia de que la violencia es el resultado de la miseria. En otras
palabras, si hay mucha pobreza, habrá mucha violencia. Pero si uno mira las
estadísticas de las Naciones Unidas, descubre que hay ciudades con mucha
pobreza, como Lima o Bombay, y sin embargo tienen menos violencia y menos
homicidios que en Río de Janeiro. Esto quiere decir que no hay una correlación
directa entra la violencia y la miseria, que es lo que la mayoría de la gente
piensa”.
Y luego agrega, por ejemplo, para
descartar el fácil expediente de culpar a tal o cual sector político: “En
una ciudad en donde hay tantos grupos diferentes que no se pueden comunicar
entre sí existe la hipocresía, especialmente en la clase media y alta. Debemos
comprender que la violencia es algo natural en Río y que es el resultado
esperado debido a lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Esto no es una
consecuencia de un proceso político. Ya hemos tenido un gobernador comunista,
luego uno de derecha, ahora uno del centro y siempre hubo violencia”.
Un pasaje particularmente
interesante de las declaraciones del cineasta, sobreviene cuando le piden que
responda a la acusación de que su film es “fascista”: “Hay que ser muy
ignorante para decir que la película es fascista. Los que dicen eso no saben lo
que es el fascismo. El fascismo es un partido político organizado con una
agenda política para todo el país, que intenta controlar el Estado, los medios
de comunicación y el sistema educativo. Los del BOPE no tienen ningún interés
político ni son regidos por una agenda política. Esa declaración no tiene
ningún sentido, es pura estupidez decir eso”.
En suma, Tropa de elite permite
acceder a un conjunto de realidades que no pueden ser comprendidas a partir de
los esquemas sociológicos y políticos al uso. La droga y los verdaderos
ejércitos montados en torno de ella, la peligrosa pero en parte
inevitable autonomía de los encargados en reprimir la delincuencia, el
frecuente pecado de omisión de las autoridades y de buena parte de los sectores
medios y altos de la sociedad, son apenas algunos de los elementos de una
problemática que quizás pueda ser abordada con mejores chances después de ver
el film.
No en vano el uruguayo Álvaro Buela,
a continuación de la entrevista de José Padilha, ha explicado que “hay
un deber-ser del cine latinoamericano en el imaginario global (miserabilista,
quejoso, pintoresquista), y cualquier exponente que lo desborde o lo desafíe se
somete a un mecanismo de control que, aunque no lo destruya, lo encierra y lo
reduce a un par de adjetivos”.
A su juicio, Tropa de
élite desconcierta por su calidad, que se desmarca de esos lugares
comunes. Si faltaban motivos para recomendarla, podemos finalizar con las
palabras del cineasta y periodista cultural uruguayo: “No solamente la
película no es un "alegato" ni, mucho menos, "fascista",
sino que se opone al fácil recurso de apretar la realidad entre las cuatro
paredes de la ideología, ubicando al espectador en la piel del problema: una
ciudad (Río de Janeiro) fuera de órbita, incluso fuera de la entidad
republicana llamada Brasil, en la que se ha instalado un funcionamiento
medieval. Como José Padilha es, ante todo, un documentalista, sabe que la moral
de la historia surge de la mirada y de la interrelación de fuerzas que
establecen las imágenes”.
Fuente: “Cine
para entender el mundo (III)” de Agustín Courtoisie, en Letras Internacionales,
Núm. 31-2 (2008. Publicación elaborada por la coordinación académica de la
Licenciatura en Estudios Internacionales de Universidad ORT Uruguay y editada
por el Prof. Javier Bonilla Saus. Artículo publicado el 24/07/2008. https://revistas.ort.edu.uy/letras-internacionales/article/view/2327
* * *
ENCUENTROS
CINÉ-FILOS
En estas semanas actualizaremos en más
de un oportunidad esta edición de setiembre de Filosofismas para agregar nuevos materiales y resúmenes de este
taller gratuito de todos los martes del año en la sede de la Asociación Civil
“Africanía”.
Las tareas pedidas en el último
encuentro consistieron en lo siguiente.
A) En cuanto a la versión de William
Friedkin de Doce hombres en pugna
(1997), explicitar lo que aún no dijimos y deberíamos haber dicho en clase (sea
a partir de la identificación tradicional de falacias, de la ética de la
argumentación, o de textos como el de Christopher Falzon y La filosofía va al cine).
B) Una segunda consigna refiere a “El
momento de Waldo” (primera temporada de Black Mirror).
¿Por qué es un ejemplo sistemático de ignoratio elenchi?
¿Qué otra falacia comete Waldo o qué
regla de la argumentación infringe Waldo (o quienes mueven sus hilos) si
tomamos en cuenta autores como Da Silveira o Carl Sagan?
C) El episodio de la serie Escépticos “¿Fuimos a la Luna?”, fue visto en el contexto
del manejo de las evidencias y sus dificultades cuando el asunto es de carácter
científico o especializado. Esta última consigna pide identificar a criterio personal
cuáles son los dos mejores argumentos del documental y cuáles los dos peores (o
no tan felices).
Consignamos aquí el link a la serie
española “Escépticos”, episodio “¿Fuimos a la luna?” https://www.youtube.com/watch?v=v2Pr66wuUCM
RESPUESTAS A
CONSIGNAS DE CINÉ-FILOS
(Actualización del blog: 12/09/2017)
(Actualización del blog: 12/09/2017)
Varios de los asistentes a los
encuentros proporcionaron distintas reflexiones sobre las tres consignas
planteadas líneas arriba. Por ahora compartimos un grupo de respuestas redactadas
por Eugenia González Presto porque se ajustan un poco más a lo esperado (esquema concepto-ejemplo).
Agradecemos a Eugenia su aporte y en especial su capacidad de síntesis. Naturalmente, éste es un grupo de respuestas posibles a las consignas, podría haber otro pero con esto tenemos suficiente para consignar un botón de muestra del esfuerzo realizado sobre temas de argumentación.
Agradecemos a Eugenia su aporte y en especial su capacidad de síntesis. Naturalmente, éste es un grupo de respuestas posibles a las consignas, podría haber otro pero con esto tenemos suficiente para consignar un botón de muestra del esfuerzo realizado sobre temas de argumentación.
A) Doce hombres en pugna": lo que aún no dijimos y deberíamos haber
dicho en clase.
En Doce hombre en pugna quedan claramente de manifiesto los principios
acerca de la ética de la argumentación explicados por Pablo Da Silveira en Cómo ganar discusiones (o al menos cómo
evitar perderlas). Una introducción a la teoría de la argumentación (editorial
Taurus, 2004, Buenos Aires).
1.
Principio
de reconocimiento de lo explícito: se
manifiesta por ejemplo, al no considerar malas intenciones del testigo con
miopía, simplemente debatir por qué los hechos no pudieron haber
sucedido tal cómo lo atestiguó.
2.
Principio
de caridad interpretativa: el
arquitecto, interpretado por Jack Lemmon, contesta siempre a la mejor versión
de los argumentos de sus oponentes, utilizando la lógica y la evidencia
empírica.
3.
Principio
de parsimonia: especialmente observado en el
personaje de Jack Lemmon (quien es el que vota “not guilty” por tener dudas
razonables y querer meditar/discutir el asunto sin tomar partido enseguida),
también puede encontrarse en el personaje interpretado por Hume Cronyn
(quien cambia su voto para poder continuar con el debate).
4.
Principio
de respeto por la realidad: este
principio no es observado por varios de quienes votan por la culpabilidad del joven
acusado. Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, cuando deciden
ignorar la existencia de navajas iguales a la utilizada para el
crimen.
5.
Principio
de despersonalización: este
principio tampoco es observado por varios de quienes votan por la
culpabilidad del joven. Por ejemplo, el personaje de George C. Scott
continuamente duda de éste por su origen y situación de
marginalidad/vulnerabilidad social.
6.
Principio
de responsabilidad: el personaje de Jack Lemmon en todo
momento observa este principio, buscando crear y mejorar el clima de la
discusión.
B) “El momento de Waldo” (Black Mirror). ¿Por qué es un ejemplo de
ignoratio elenchi? ¿Qué otra falacia comete Waldo o qué regla infringe según Da
Silveira y/o Sagan)?
Es un ejemplo de ignoratio elenchi porque Waldo
elude las preguntas que se le realizan y contesta desviando la atención a
otro tema que nada tiene que ver con la cuestión del momento (ej. intención
política de una de las candidatas), mediante la burla, ataque a la
figura del oponente, utilización de un lenguaje grosero y obsceno.
Waldo también comete la falacia ad hominem, a través del ataque a sus
oponentes con el fin de desacreditar lo que dicen. Infringe, en
particular, el Principio de responsabilidad según Pablo Da
Silveira.
Nota
del docente: Podría considerarse también un extendido ejemplo de lo que Carl
Sagan denomina “Hombre de paja: caricaturizar una postura para facilitar el
ataque” (Sagan, 2005, pág. 238)
C) Programa
Escépticos:“¿Fuimos a la Luna”. Este documental fue visto en el contexto de
manejo de evidencias y sus dificultades cuando el asunto es técnico. Elige según
tu criterio los dos mejores argumentos y los dos peores o no tan felices.
A mi entender, los dos mejores
argumentos son el dado por la Catedrática en Historia Contemporánea (en
cuanto a que la ex URSS hubiera sido la primera en denunciar el fraude si así
lo considerara) y los experimentos/evidencias que rebaten algunas de los
temas puestos en cuestionamiento (ej. sombras no paralelas, estrellas que
no se ven, bandera que ondea); mientras que los dos peores considero lo
constituyen: a) el estudiante que dice que hasta que no vaya él mismo a la Luna
y tome una piedra no creerá que el hombre llegó allí; b) el
considerar el golpe de Aldrin como justificación de que fue a la
Luna.
Eugenia González Presto
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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