Los ojos del niño de Yemen nos interpelan. Tal vez más que el retiro de los EE.UU del acuerdo de París, el apretón de manos de Donald Trump y el norcoreano Kim Jong-un, el grito de la niña inmigrante, el atentado contra Nicolas Maduro de la asediada Venezuela, o el descuartizamiento del periodista saudí Jamal Khashoggi.
Pero la agenda de los medios globales y sus repetidores regionales presentan de modo curioso sus juicios de valor, con su "profesionalismo" de gente "independiente" que a duras penas les permite salir de la cámara de ecos. Todo suena en ellos a echo chamber como les gusta decir a los estudiosos de la comunicación.
Los "otros" medios, mucho más periféricos, incluso en sentido geográfico, son despreciados por su condición de periodismo comprometido. Como si existiese algún otro tipo de periodismo. La cosa es comprometido con quién.
Llegan a esos medios alternativos y los aprovechan para sobrevivir con honestidad intelectual los individuos afortunados que dan con un blog, un canal de YouTube, un portal especializado. Pero la información situada en un contexto amplio y el disponer de un marco teórico adulto parecen perder por goleada.
Los EE.UU dicen retirarse de Siria. Veremos si cumplen. El punto es que no les alcanzó con deshacer, junto a sus aliados, naciones enteras como Afganistán, Libia o Irak. Pero EE.UU es una democracia según los liberales y republicanos que se emocionan al pronunciar esa palabra en los medios rioplatenses que repiten la letanía y que ni siquiera discuten la naturaleza de un sufragio que conduce a la presidencia con tres millones de votos menos.
Los inmigrantes pobres huyen de las guerras de la explotación de sus países de origen. El colonialismo está más vigente que nunca. Pero las personas con las cuales uno conversa creen que la culpa es del inmigrante, que viene a violar, robar, o cometer actos terroristas, olvidando o ignorando quizás, el terrorismo diario que las potencias del mundo practican sobre poblaciones civiles de todos los continentes.
Esas y otras convicciones muy difundidas pero de precaria base dieron lugar a nuestro informe especial del mes de junio/2018 "La verdad no existe y otros cuentos. ¿Por qué son tan irresistibles las falsas noticias" recorriendo ejemplos de la situación actual de Israel, Argentina y Venezuela y la excusa perpetua de una ínfima cantidad de actos terroristas individuales para aplicar el terrorismo militar de gran escala.
Sin embargo, no hay por qué pensar siempre en conspiraciones. Desinformar o informar errores no requiere necesariamente de la voluntad de mentir. Lo más probable es que se trate de una mezcla de poca indagación y mucha repetición confortable. Es el caso de "Nicaragua del otro lado de la pantalla" (julio/2018) o del probable fraude con el voto electrónico en "Brasil: dudas razonables" (octubre/2018).
De todos modos, el pensamiento crítico no está desahuciado. Existe pero se conoce poco. A esa conclusión llegamos al entrevistar al filósofo francés "Pierre Dardot en Uruguay" (noviembre/2018).
Igual aterra por momentos pensar que tantos uruguayos se desencantan sin entender del todo a un gobierno cuyo poder político apenas ha logrado durante tres períodos enfrentar al poder económico. Durante el año 2019 destinaremos un examen pormenorizado a cada una de las áreas por las cuales debe evaluarse un gobierno: salud, educación, seguridad, empleo, jubilaciones y pensiones, políticas sociales, medio ambiente, ciencia y tecnología, relaciones exteriores, calidad de las empresas e instituciones del Estado, apuesta a una nueva cultura de los vínculos sociales (más solidaria y menos individualista), comportamiento del sector privado, con acento en las grandes empresas de todos los rubros, especialmente en el área financiera, etcétera.
Adelantemos que inquieta, por un lado, la falta de radicalidad de las tres administraciones del Frente Amplio, la ausencia de audacia para encarar los problemas nacionales, sin dejar de reconocer muchos de sus logros. Pero, ¿qué juicio harían y qué habrían recomendado en estos tres períodos de gobierno personalidades como Juan Pablo Terra, Carlos Quijano, Arturo Ardao, Alberto Methol Ferré?
¿Qué diría hoy de estos años de gobierno progresista el último gran caudillo nacionalista Wilson Ferreira Aldunate? No en vano le dedicamos nuestro artículo de marzo/2018 "A 30 años de la muerte de Wilson".
Por el otro, alarma la actidud difamatoria, tremendista, irrespetuosa, plagada de falacias, de parte de la oposición y del movimiento proto fascista de los "autoconvocados". Si ante las tres administraciones del Frente Amplio, moderadas en exceso, surgen estas reacciones destempladas, con la grata compañía y el acicate a todas horas de los medios hegemónicos, ¿qué cabría esperar si se hubiesen tomado decisiones más firmes, que afectasen a los bancos, a los grandes propietarios de la tierra, o a los empresarios de porte que medran en distintas áreas de la economía?
No pertenezco a partido político alguno pero, en particular, me parece suicida pensar que "el problema de la seguridad", según los sectores conservadores y muchos desencantados del Frente Amplio, involucre creer que todo sea responsabilidad de un ministro, o de una cultura de los DDHH garantista, y no el efecto esperable de un sistema. En realidad, el problema arraiga en buena medida en factores como la desigualdad feroz, la corrupción policial, los vínculos de empresarios privados con el trabajo en negro, el lavado de activos y la fuga de capitales. Algunos de esos factores se describen en un texto que juzgo aún vigente para este nuevo año 2019: "¿A quién le sirve el narcoturismo?" (febrero/2018).
Adelantemos que inquieta, por un lado, la falta de radicalidad de las tres administraciones del Frente Amplio, la ausencia de audacia para encarar los problemas nacionales, sin dejar de reconocer muchos de sus logros. Pero, ¿qué juicio harían y qué habrían recomendado en estos tres períodos de gobierno personalidades como Juan Pablo Terra, Carlos Quijano, Arturo Ardao, Alberto Methol Ferré?
¿Qué diría hoy de estos años de gobierno progresista el último gran caudillo nacionalista Wilson Ferreira Aldunate? No en vano le dedicamos nuestro artículo de marzo/2018 "A 30 años de la muerte de Wilson".
Por el otro, alarma la actidud difamatoria, tremendista, irrespetuosa, plagada de falacias, de parte de la oposición y del movimiento proto fascista de los "autoconvocados". Si ante las tres administraciones del Frente Amplio, moderadas en exceso, surgen estas reacciones destempladas, con la grata compañía y el acicate a todas horas de los medios hegemónicos, ¿qué cabría esperar si se hubiesen tomado decisiones más firmes, que afectasen a los bancos, a los grandes propietarios de la tierra, o a los empresarios de porte que medran en distintas áreas de la economía?
No pertenezco a partido político alguno pero, en particular, me parece suicida pensar que "el problema de la seguridad", según los sectores conservadores y muchos desencantados del Frente Amplio, involucre creer que todo sea responsabilidad de un ministro, o de una cultura de los DDHH garantista, y no el efecto esperable de un sistema. En realidad, el problema arraiga en buena medida en factores como la desigualdad feroz, la corrupción policial, los vínculos de empresarios privados con el trabajo en negro, el lavado de activos y la fuga de capitales. Algunos de esos factores se describen en un texto que juzgo aún vigente para este nuevo año 2019: "¿A quién le sirve el narcoturismo?" (febrero/2018).
O se distribuye por las buenas, con criterios de soberanía nacional, igualdad del punto de partida (por lo menos) y estímulo del mercado interno, o la sociedad distribuye perversamente por las malas, con inextinguibles delitos contra la propiedad y las personas.
Si se desea reducir la inseguridad, la tasa de homicidios, el embarazo adolescente, las adicciones legales e ilegales y el mal rendimiento escolar, hay que adoptar políticas como las de los países nórdicos, en especial, distribuir más equitativamente el ingreso (naciones con individuos humillados padecen más problemas sociales y de salud). No es meramente reducir la pobreza sino mejorar el índice de Gini que mide la desigualdad, que es otra cosa muy diferente. Esto que parece simple, no lo es. No importa tanto el PBI sino cómo se reparte.
Si se desea reducir la inseguridad, la tasa de homicidios, el embarazo adolescente, las adicciones legales e ilegales y el mal rendimiento escolar, hay que adoptar políticas como las de los países nórdicos, en especial, distribuir más equitativamente el ingreso (naciones con individuos humillados padecen más problemas sociales y de salud). No es meramente reducir la pobreza sino mejorar el índice de Gini que mide la desigualdad, que es otra cosa muy diferente. Esto que parece simple, no lo es. No importa tanto el PBI sino cómo se reparte.
A vía de ejemplo, repartir mejor la tierra de producción pero sobre todo abordar una reforma pacífica y audaz de la tierra de habitación (Vaz Ferreira), fue un reclamo formulado desde el inicio de este año que ahora culmina: "Tierra para vivir" (enero/2018). Nos ocupamos también de enfrentar a Mario Vargas Llosa en La llamada de la tribu, que justifica con elegancia el estado de miseria global mirando a los pocos que les va muy bien y a los autores que lo legitiman. De eso trata nuestro artículo "Liberalismos" (mayo/2018).
Reflexionar sobre una filosofía política a la altura de estos tiempos engañosos de fake news y de rinocerontes a la Ionesco, requiere también desarticular los discursos funcionales a esta tragedia global, de la cual hoy apenas compartimos algunas esquirlas del 2018.